Dicen los de Olariz que en el llano no tenemos entendederas, y razón no les falta. Pero, por más que tengamos la cabeza llena de pájaros y los intereses puestos en asuntos que tampoco llevan a nada, lo que no nos pueden negar es que tenemos paladar fino y sabemos apreciar lo bueno. Por eso llevamos más de una década esperando noticias suyas, confiando en que, más tarde que temprano, su bertsolari Arteaga se arrancaría a cantar.
Así pues, lector, ya seas del llano, la mar o la montaña, siéntete afortunado si en tus manos han caído estas memorias. Zambúllete hasta lo más profundo, sumérgete hasta quedarte sin aire, porque cuando emerjas para llenar de nuevo tus pulmones y te tumbes a la orilla, aunque con cierto regusto a cieno, tendrás los ojos abiertos para mejor ver.
Estas historias que vas a conocer acontecieron en Olariz, pero lo mismo podían haber sucedido aquí o acullá, porque la vida igual de puta es en cualquier lado. Sólo es cuestión de saberlo ver.