Ángel Barrios nació y creció en Salamanca, donde sigue residiendo. En su juventud, a la vez que trabajaba de albañil, pintor o ensolador, hizo la carrera de Historia del Arte. Fue profesor de Arte, Historia y Geografía. También ha trabajado como formador en materias técnicas, guionista, articulista y redactor de contenidos. Fue durante su segunda estancia en la universidad, cursando la licenciatura en Comunicación Audiovisual, cuando comenzó a tomarse la escritura de forma profesional a través de guiones de cine, documentales, material audiovisual didáctico o publicidad. Su primera novela, Facturas pendientes, nace un de guion de largometraje aún no producido. En la actualidad, compagina su trabajo como escritor con el que desempeña en el Servicio de Medio Ambiente de Salamanca.
P.- ¿De qué trata tu novela Por obra y gracia, la
última parte de la serie?
Parte de un hecho tan grave como absurdo: un preso sale de la cárcel y Google le pide que valore su estancia en la prisión, al igual que ocurre con un restaurante un hotel o un parque acuático. Nuestro hombre publica una feroz reseña que se hace viral en redes sociales y medios de comunicación. A las pocas horas es asesinado. Este hecho es el punto de partida para una crear una sátira policiaca, criminal, espionaje, política, de los propios escritores y sobre la sociedad en general.
P.- El crimen se comete por una mala crítica en Google. ¿Te
inspiraste en algún momento concreto que te ocurriese a ti sobre las temida o
veneradas reseñas de Internet?
Fue algo con lo que me crucé hace unos años, una imagen
graciosa (no sé si cierta o no) de esas que circulan por grupos de WhatsApp. A
mi me gustó mucho el hecho y la forma de redactar la reseña.
P.- La novela forma parte de la serie La meseta negra.
¿Qué tienen las novelas que conforman la serie en común? Háblanos de ella.
Es una serie de novelas autoconclusivas que comparten
personajes. Obras corales que se mueven entre varios géneros y que exploran el
bien, el mal, la suerte, la lógica y los modos de resolver asuntos donde la
justicia no llega o está limitada por lo injusto de las decisiones de los
hombres. Policíaca, negra, suspense, intriga, acción y altas dosis de humor
negro, ácido, sarcástico y políticamente incorrecto. Todo esto que parece algo
complicado se resume en que son libros para disfrutar y pasar unas horas entre
la tensión y la carcajada.
P.- Has escrito guiones cinematográficos, ¿en qué te ayuda
esto a escribir novelas?
Un guion se basa en las acciones de los personajes, no hay
sentimientos, no se puede escribir «está triste», sino que se detallaría cómo a alguien
le cae una lágrima por la mejilla y baja la cabeza. En una novela sabemos que
no es así. En ese sentido es más fácil y natural escribir prosa. Los guiones
hacen que vea la novela como un avance constante, veo las escenas y lo
imprescindible para que se desarrollen con los diálogos necesarios, naturales y
acordes con el carácter de cada personaje. Me ayudan a que los personajes evoluciones a través del
conflicto y que no aparezca nada que no tiene importancia para la narración. Si
no influye de algún modo, no lo escribo. Nada de descripciones de paisajes ni
cómo se afeita alguien, se depila las piernas, o lo que está desayunando.
P.- Hablas sobre el Ministerio del Interior, CNI, sobre un crimen,
¿sobre qué te has tenido que documentar más?
No entro demasiado en detalles técnicos. No es lo principal
en Por obra y gracia. Tuve que tener en cuenta los organigramas, las
jerarquías, cómo se relacionan entre
ellos, pero ya digo que eso no es lo que más trabajo me generó. Es el ambiente
lo que hacen y por qué. Qué les mueve y lo que van desencadenando con sus actos
y motivaciones. Cómo influyen en su entorno.
P.- Carrasco es el agente a cargo del caso, ¿cómo es este
personaje?, ¿cómo evoluciona a lo largo de la novela?
Es una novela coral, como todas las de la Serie Meseta
Negra. Algunos tienen más peso que otros, y Carrasco, en este caso, es uno de los
que más. Es un agente de policía del montón que se compromete, no se rinde,
sabe que tiene que haber algo, encuentra un hilo y tira de él. A medida que
avanza en su recogida de fibra y avanza el caso, él crece como agente, en
responsabilidad y como persona. Pone el toque racional al caos y los intereses
ocultos en los que parecen desenvolverse
los demás.
P.- Tienes muy buenas reseñas en Google, enhorabuena. ¿A qué
crees que se debe esta buena acogida de la novela?, ¿crees que los lectores
tienen miedo a dejar una mala reseña?
Supongo que hay de todo. Yo confío en esta obra. Leo a autores consagrados, a clásicos y a compañeros autopublicados. Es cierto que se está hablando muy de ella, lo que me llena de orgullo, saber que la gente se ha divertido y ha encontrado lo que quiero trasmitir entre líneas. El humor es lo más subjetivo que hay. El drama nos hace llorar a todos, pero una situación de humor más o menos ácido y sarcástico provoca una sensación muy personal que depende de muchos factores. Me alegra mucho que la gente capte las ironías, lo corrosivo y la crítica tanto implícita como a veces explícita que hay en la novela.
»No creo que tengan miedo de dejar malas críticas, el lector está en su
derecho de opinar lo crea oportuno, ha gastado su dinero, poco o mucho y sobre
su tiempo. Con la gran cantidad de autores y libros que hay en el mercado, que
alguien decida pasar unas horas con tu creación ya es un logro. Luego están las personas que pones una o dos estrellas
por sistema y no dan nombre ni motivación. Respetable en todo caso. Ni los
cincos me suben donde sé que no estoy ni los unos me hacen sufrir. Creo que sé
en qué punto me encuentro como escritor, ya he dicho que leo a los demás y
tengo edad, y formación para tener la suficiente capacidad crítica conmigo
mismo y con los libros de otros autores.
P.- ¿Por qué mezclas humor y crimen?, ¿conoces otras obras
de la literatura que mezclen ambos aspectos?
Son mis influencias principales en literatura y cine. Tom
Sharpe, Mendoza, Woodehuse, Jonnasson, Milligan, Woody Allen… En cine, desde los
clásicos, Wilder, Hawks hasta los hermanos Coen, Tarantino o, Guy Ritchie. El
humor ácido, la ironía y el sarcasmo son la mejor forma de explicar lo
inexplicable. Mis novelas no van de alguien que pisa una cáscara de plátano y
se cae, eso hace gracia si lo ves en la calle o en los vídeos de Instagram. Por
otro lado, el crimen es atrayente, te da la oportunidad de sacar lo bueno y malo
del ser humano, la suerte (buena o mala), la búsqueda de la verdad. Cualquier
historia que se cuente debe tener un marcado conflicto (más o menos grave,
pueden morir cien personas en una explosión o solo una con arma blanca). No hay
mayor conflicto que un crimen o un asesinato. Te aseguras de que alguien salga
perjudicado. El muerto al menos.
P.- Has escrito una serie de novelas de crímenes y suspense,
¿qué debe tener de imprescindible una novela de este género?
Repito que el conflicto para empezar. La novela negra ha
evolucionado al igual que el cine. Nos hemos acostumbrado tanto al lenguaje
audiovisual, como a las estructuras literarias y temas de los diferentes
subgéneros. Debe haber una lucha entre el bien y el mal (en mayor o menor
grado), una línea difusa que haga que el lector se pregunte cosas, en algunos
casos una crítica hacia el funcionamiento de algún aspecto social, político,
económico, una injusticia. Personajes con carácter, contundentes, que sean capaces
de resolver lo que se plantea. En mi caso una lucha entre el caos y la razón,
entre la suerte y el destino.
P.- ¿Podrías recomendarnos una novela negra para estos días
de fiesta que se aproximan, de esas novelas que se devoran en unos días?
No es una novela negra al uso, es de la que me gustan a mí
con mucho humor, por ejemplo El laberinto de las aceitunas, de Eduardo
Mendoza o la que quieran de la detective sin nombre. Si no les apetece Mendoza,
pueden leer una de Vázquez, Montalbán, Lorenzo Silva, Pérez Reverte o Gómez
Jurado. Podría citar a muchos compañeros autopublicados, pero me da cosa
dejarme a alguno. Si no quieren negra pueden una que de las que estoy leyendo
en papel y que es de lo mejor que leído en mi vida: Los años extraordinarios,
de Rodrigo Cortés. Escribir ese libro no está al alcance de muchos humanos y
desde luego de ninguna IA.
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