Apenas se desploma la luz,
detrás del frío
y sus agujas,
vuelve tu nombre aprendido.
Nunca sé qué remedio dar
a tanto desconsuelo,
a tanta nada, que soy yo,
a manos llenas.
Pienso en el desastre de vivir en este cuerpo yerto,
en esta soledad aprendida de memoria.
Ordeno las miserias,
una a una.
Les pongo límites,
las encuadro,
las encierro verso adentro.
Solamente la música
me soporta,
me niega la pena.
Te trae a mi ventana.
Me abre por dentro
como una boca de luz.
Me susurra que alguna vez no fui triste.
Recuerdo mi sonrisa con los ojos cerrados.
Y te recuerdo a ti, abrazado a mi cuerpo,
deshaciendo el mundo y su humedad
con las yemas de los dedos.
Abandonado a lo terrible.
Tremendamente bello.
Yo sé que fui feliz.
Es lo único que recuerdo.
Beatriz Bernabé