Juan Álvarez López (Barcelona 1974), de raíces gallegas y aragonesas, le une un vínculo muy fuerte desde pequeño con la zona de Trives (Ourense). Actualmente reside en un lugar de La Mancha. Comenzó a escribir a una temprana edad, pero sería a través de la publicación cultural gallega A micro pechado, en su Barcelona natal, donde vieron la luz sus escritos. Tiene cuatro libros autoeditados: Letrastadas, Qué cosas…, Sal de Start y Hasta aquí. En 2020 ve editada su primera novela La sonrisa de la huida. (Ed. Libros Indie). Un año después Piedra, papel y Zobeira. La sed del charco (2023) es su último trabajo literario.
P.- ¿Es una obra coral?
Sí, se mezclan muchos aspectos, como pueden ser el amor, el rencor, el perdón, la bondad, la amistad… es un compendio de facetas buenas y malas del ser humano, a las que hay que sumar su dosis de leyendas y curiosidades a modo de detalles puntuales, como son que aparezcan fugazmente personajes de las otras dos novelas como son Iván, Ruth, Josito… se hace mención también a Félix (Phil); cuidando, eso sí, los saltos de tiempo y haciendo creíbles esas situaciones.
P.- ¿Cuándo tuviste el título y cuáles barajaste?
En esta ocasión tardó más de lo esperado, lo cual confieso
que me empezaba a inquietar, ya que no lo busco, sino que suele venir de
improviso. En cambio, con este libro, fue hacia el final y a raíz de una
reflexión metafórica. Los charcos suelen nacer a raíz de un bache o terreno
irregular, y debido a la lluvia. Se juntó todo: los perros de la lluvia, los
baches de la vida, el mantenerse a flote y saciar la sed, a pesar que sea en un
charco… y que, al salir el sol, estos se sequen y permitan que las ganas de
vivir vuelvan a caminar por la senda de nuevo. Es un título que rezuma
optimismo.
P.- ¿Nos podrías decir cómo es Jacobo y cómo evoluciona este
personaje?
Jacobo ha sido un chico de
barrio, con una base cultural muy urbana, que ha sido modelada en la noche
barcelonesa y las salas de concierto. Vive junto a su banda la época precaria
como conjunto underground, y cuando estás a un paso de dar el salto al mercado
internacional y poderse ganar la vida de manera desahogada con las giras, lanza
todo el futuro musical del grupo (Los Vendidos) por la ventana. Un amor
imposible, la mafia rusa de por medio y una personalidad que se rinde a los excesos,
hacen de él algo muy frágil y con tendencia a buscarse continuamente, sin lograr
encontrarse. Ciertamente, me parece muy interesante su evolución según avanza
la novela. Pasa por diferentes etapas. Ya de por sí, sale de la cárcel con las
lecturas de Platón como un nuevo dogma en su vida, y eso le resetea el alma,
hasta el punto que se va conociendo a él mismo. Su vida, al mismo tiempo que
reduce la velocidad, le ayuda a ver todo desde un prisma más nítido y con un
temple que hasta ese momento no tenía.
P.- ¿De qué manera se relaciona
el personaje de Jacobo con Inma?
De una manera muy personal. Con
Inma es una relación de toda la vida. Ella es la vocalista de su banda.
También, es su salvavidas. A pesar que, existe entre ellos un conflicto por lo
sucedido y el hecho concreto de no haber podido triunfar en el mundo de la
música. Inma es la ambición personificada, pero sin maldad, que se deja
arrastrar por lo que sea siempre que no tenga que volver a descender del
escalón. La conciencia es otro tema que se trata mucho en esta novela, y viene
a dar con la conclusión que, en ocasiones tenerla tranquila es preferible, pese
a que una conciencia tranquila y un bolsillo lleno sean incompatibles en este
mundo tan voraz al que se exponen los personajes.
P.- ¿Y con Justo?
Justo es el padre o hermano mayor
que no tuvo Jacobo. Es la antítesis del protagonista principal, pero comparten
puntos en común. La figura de Justo empieza a caminar en las páginas de este
libro sin apenas hacer ruido, y aunque con un murmullo casi inapreciable, su
influencia sobre los que le rodean está muy amplificada. Es la bondad
personificada. Ese perro de la lluvia que escapa de algo… de una desgracia, de
un pasado que fue feliz hasta que dejó de serlo y de él mismo. Con él, intenté
reflejar la grandeza de los anónimos que acaparan tanta humildad, que poca
gente lo percibe, aunque les influencie con su forma de ser. Hay una anécdota entre Justo y Larry Bird, cuando este vivía en Boston, tras emigrar desde
su tierra gallega, que me parece la mejor explicación a lo que es Justo: un
gran hombre, al que su austera vida le hace invisible ante los ojos de los que
ansían algo más, como la victoria en un partido, en la vida, en el amor, etcétera. Siempre me han parecido muy interesantes esas personas que le sonríen
al empate, aunque jueguen a ganar. Dice mucho de ellos.
P.- ¿En qué temas te tuviste que documentar más en la
novela?
En las leyendas algo, pero
básicamente, gran parte de ellas son ficción. En lo que respecta a la vida de
Justo en Boston. Sí, ahí sí que tuve que documentarme acerca de los barrios de
emigrantes y localizaciones. Por lo demás, iba saliendo todo de forma natural,
ya que eran lugares que son muy familiares para mí. Otro dato, es que las
canciones que salen y que conforman un disco con mucho protagonismo en la obra,
hacen referencia a canciones de grupos y solistas de dispares estilos. Mi
inglés no daba para crear títulos, y tirar de traductor me parecía muy frío.
Igual que a los personajes les veo cara, a esos cortes musicales tenía que
sentirlos con sus peculiaridades. Es como si hubiese creado un Frankenstein de
obra musical con versiones imaginarias de esos temas que harían de ese trabajo
musical un disco de diez (Mark Lanegan & Isobel Campbell, ZZ Top, Iggy Pop,
In Flames, etc).
P.- En La sed del charco,
la figura del antihéroe se hace muy presente, ¿en qué otras novelas (de otros
autores) podemos encontrarnos al antihéroe como figura principal?
Así, a bote pronto, me viene a la cabeza Sandino en Taxi, de Carlos Zanón, Manuel en La Busca de
Pío Baroja, o el personaje de Pànic en Cosas que hacen Bum, de Kiko Amat, entre otros.
P.- Barcelona y Orense son los dos escenarios que manejas en
la novela, ¿por qué estos?, ¿por qué has querido repetir Orense?
Porque facilitan que en mi cabeza se vaya desarrollando el entramado del tirón, sobre la marcha. Si fuesen otros escenarios, tendría que tener notas y… me costaría más, seguramente ver lo que estoy escribiendo en ese instante. Además, recrear esas situaciones en lugares que conoces y que sientes muy tuyos, hacen que todo fluya de forma más natural, por lo menos de momento.
P.- El rock y los crímenes también estaban presentes en La
sonrisa de la huida y en Piedra, papel y Zobeira, ¿por qué?
Es como una alianza que nació espontáneamente y a la que no
le di muchas más vueltas que dejarme llevar e intentar plasmar todos esos
factores.
P.- ¿En tu siguiente novela vas a seguir tocando estos
temas?
Va a ser diferente, creo. Se
trata de algo distinto. Es como un reto que me he planteado, y de momento es más compleja. Esta vez, sí que estoy tomando
notas y haciendo un esquema de la historia. Aunque esa intención tenía con las
anteriores, y luego es como si te atrapasen los mismos personajes las manos y
determinasen lo que sucede y lo que no. Pero ya avanzo que será distinta. De
momento ya ha arrancado, y es la primera vez que tengo los esqueletos, con sus
principios y finales. Pero, lo mejor, es
que estoy disfrutando gracias a esos nuevos personajes. Me fascina ese proceso
de darles vida y comprobar cómo acaban teniéndola por ellos mismos. Disfrutas,
así de simple.
»También he acabado de recopilar
los relatos, poesías, pensamientos de los libros autoeditados, ya que había
gente que me preguntaba por ellos, y que conjuntamente con unos artículos de
opinión pueden formar un volumen que tal vez sea publicado en un futuro, o eso
espero. Ha sido como reencontrarme con caminos conocidos. Les he saludado y les
he sacudido el polvo. Tal vez, me he dado cuenta de detalles que cuando fueron
escritos no percibí sobre ellos; está todo muy comprimido.
P.- Sigues publicando con la
editorial Indie, pero ¿no has pensando en mandar tu manuscrito a una agencia
literaria?
La verdad es que estoy contento
con Libros Indie, fueron los que me dieron la alternativa y eso no se puede
olvidar. En esta vida no se puede descartar nunca nada, pero cuando alguien apuesta
por ti, es de agradecer. De todas formas no me planteo cosas a largo plazo,
siempre voy paso a paso, de manera que vea el horizonte sin necesidad de
prismáticos. Sin prisa, pero sin pausa.
P.- Se acerca Halloween, me es
imposible dejar a un lado esta pregunta, ¿qué libro de terror nos
recomendarías?
Infamia, de Ledicia Costas, o La puerta, de Manel Loureiro.
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¿DÓNDE ENCONTRARLO?
Entrevista: La sonrisa de la huida, 13/1/2021
Entrevista: Piedra, papel y Zobeira, 16/9/2021