The Mephisto Waltz (en España Satan mon amour, 1971), de Paul Wendkos, es un descenso delirante al submundo del satanismo, la metempsicosis y los cambios de cuerpo, que conserva aún su aura de pesadilla, como de mal viaje de tripi, y consigue en más de una secuencia helarnos la sangre en la venas.
Basada en una novela de Fred Mustard Stewart, la película de Wendkos sigue la estela de algunos éxitos taquilleros del cine de horror de la época, en especial La semilla del diablo, de Roman Polanski, sumergiéndonos en una escalofriante espiral de intrigas y posesiones diabólicas al estilo de H.P. Lovecraft (El ser en el umbral) o Edgar Allan Poe (Ligeia).
Una banda sonora inolvidable (a cargo de Jerry Goldsmith), las interpretaciones de los protagonistas Alan Alda y Jacqueline Bisset, un guion perfectamente hilvanado y un final descorazonador, hacen de esta película no demasiado conocida una pieza para coleccionistas, a la altura de los clásicos imprescindibles del género.
Aunque, al margen de todo ello, quizás lo más inquietante sea la atmósfera de amenaza y tragedia inminente, casi palpable, que flota sobre todas las secuencias y planos del filme, y la tensión contenida con la que Wendkos nos arrastra a las puertas del mismísimo infierno.
Para chuparse los dedos.
Vicente Muñoz Álvarez,
de Cult Movies 2: Películas para la penumbra
(LcLibros, 2018)