VOLUTAS DE HUMO por ISABEL MARINA



VOLUTAS DE HUMO

Lleguemos
al fondo de la cuestión,
si esta nada que vemos
continuamente,
esta consunción de todo que no cesa,
es el presagio de nosotros mismos
convertidos en solo aire,
en inexistencia que duele,
impresiona y da miedo,

pero también nos da otra perspectiva,
actúa como un bálsamo,
la constatación de que un día
nuestros problemas,
nuestras torturas,
nuestros laberintos
dejarán de ser importantes
al desaparecer nosotros
como su centro de gravedad.

Nuestro dolor se convertirá
en menos que volutas de humo
que un duende despreocupado
crea con sus labios.


BESARTE

Besarte
como se besa la infancia
que se va desintegrando
hasta ser solo un recuerdo
que ya no podemos reconocer.

Besarte
hasta entrar dentro de ti,
hasta diluirnos
en una marea que avente el miedo,
en esa niebla marina de los pueblos
a punto de desaparecer.

Besarte
y alejarme por fin del precipicio,
de la mentira, del desengaño.
Ir poco a poco haciéndome fuerte
desde la extrema debilidad.

Besarte
y que lo demás no importe:
ganar el cielo
o perder la vida,
da igual.


LOS PASOS DE MI PERRO
 
Tierra de nadie.
He ahí nuestros dominios.
Es como asirse a una cuerda
que parece dura y eterna,
y sin embargo es frágil.
Un día se romperá,
aunque no lo creamos,
y todo lo que hoy vemos
sólo será un recuerdo.
 
Por eso ahora
que aún no ha clareado el día,
me centro en escuchar
los pasos de mi perro
dando vueltas por el pasillo.
Sé que este sonido
resonará en mis oídos en un futuro,
sé que lo echaré de menos,
que ninguna melodía
de Brahms, Vivaldi o Chopin
podrá alcanzar jamás
su belleza en mi memoria.


AQUEL VIAJE

Aún puedo verlos
en el andén del metro,
o en el Museo del Prado,
vagando de una sala a otra,
con su hija de catorce años.

Los tres estuvieron
en aquel teatro de Gran Vía,
viendo a Alfonso del Real,
en el Palacio de Oriente
y en las noches alegres de Madrid,
terrazas y leche merengada.

De aquel viaje
no hay ninguna foto.
Dos de los protagonistas
son ya solamente
una estela en el recuerdo.
No se sabe
por cuánto tiempo,
aún queda la hija.

Quedo yo.

Isabel Marina


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