De todos los trabajos que William S. Burroughs (1914-1997) realizó en Norteamérica hasta su dedicación exclusiva a la escritura, el único que, según sus propias palabras, le resultó medianamente llevadero fue el de exterminador de parásitos e insectos, oficio este que, en buena medida, ilustra el hermetismo de su vida y sus novelas.
No puedo evitar la visión del viejo Bill con su pistola persiguiendo insectos y recitando versos de Blake con sus pupilas vidriosas de adicto a la heroína... Como tampoco la asociación de dicha imagen con la del Bardamu contador de pulgas que Céline describe en Viaje al fin de la noche: un oficio absurdo y delirante para un banal fin de milenio.
William S. Burroughs: escritor, yonqui, marica, deconstructor de imágenes y textos, cazador, pintor, homicida, pederasta y padre indiscutible (por más que no lo asumiera) de la disoluta Generación Beat.
Vicente Muñoz Álvarez,
de El tiempo de los asesinos.
Semblanzas de algunos escritores malditos.
(LcLibros, 2019)
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