La ronda (Reservoir Books, 2023) es su tercera novela
dentro del género negro, en el que Bescós deja atrás los escenarios rurales
para instalarse en el mismísimo Madrid, para convertir la ciudad en el
escenario de un juego de proporciones inesperadas al principio de la novela,
que se va dejando ver en la oscuridad de la trama muy poco a poco, con cambios
de ritmos bien hilados, manteniendo la tensión con respiros de fina ironía y
humor de ese que corta por dentro.
Dulce O’Rourke y Luis Seito, los protagonistas, no trabajan
juntos: son dos inspectores que desde sus respectivas comisarías madrileñas se
encuentran con un patrón, un indicio de que algo no va bien; tienen ambos un olfato
peculiar que manifiestan de manera diferente y que termina llevándolos a
coincidir ante un asunto que supera su intuición, tanto policial como personal.
Lo que hay detrás de las víctimas, en apariencia inconexas, es mucho más
complejo y peligroso de lo que nunca habían imaginado.
Al fondo, Madrid, con una cara que no le conocemos muchos,
la nocturna, la clandestina, la que al despiste guarda en sus entrañas una
maldad latente, que sostiene, en tanto que escenario, la vida de unos
personajes tan arraigados a la ciudad que se ven transformados por ella. Madrid
parece en esta novela el punto de encuentro de distintos tipos de criminales,
de distintas maldades que se van apoderando en silencio de la seguridad de los
madrileños. La novela nos hace pensar en lo vulnerables y expuestos que podemos
estar todos. No solemos pensarnos en términos de “víctima” cuando leemos novela
policial: o nos sentimos policías o asesinos, pero poco nos ponemos en la
posibilidad de ser atrapados por uno de estos terribles delincuentes. El autor
utiliza el recurso de mirar la escena desde el punto de vista de la víctima, nos
pone en su piel, nos reta a leer desde todas las posibilidades de la tragedia.
Otra de las grandes virtudes de Paco Bescós, son sus
personajes. Tanto la inspectora O’Rourke como el inspector Seito, son de una
profundidad emocionante. Están hechos de muchas heridas, malas decisiones,
frustraciones no resueltas. Buscan respuestas no solo a la maldad que amenaza
todo, sino también a la que amenaza con llevárselos por el sumidero de la vida.
Ambos mordaces, ambos hechos de pasiones e ironía que se manifiestan de maneras
muy particulares. O’Rourke atrae, tiene chispa, genera a pesar de todo una
buena conexión, pero Seito es tan complejo, tan poco amigable tantas veces que,
al final, terminas por tomarle cariño. En muchos momentos de la novela, uno
siente ganas de darle un abrazo. Así son de grandes los personajes de Paco
Bescós.
Mención a parte merece otra subinspectora, Laura Rodrigo,
personaje secundario maravilloso, de los buenos, por lo intensa y apasionada
que es, por no encontrar su sitio, por esa manera tan obsesiva de mirar todo:
un personaje que refresca la trama dura, que matiza y alivia antes de que
vuelva sobre nosotros el rigor de la historia. Laura Rodrigo se merece por lo
menos un cuento como protagonista.
Francisco Bescós ha vuelto a la novela negra y lo hace por
la puerta grande, la de Madrid: La ronda, dará que hablar durante buen
rato y la leeremos con perspectiva, porque será un clásico (cuando vean la
resolución de esta historia sabrán por qué lo digo). Una novela que va a
sorprenderles por su fuerza y riesgo narrativo. Se confirma lo dicho al
principio: donde pone el ojo, pone la novela, pone la literatura, y lo hace a
unos niveles de disfrute que les recomiendo que no se pierdan.
Reseña publicada en el diario La Prensa, el viernes 28 de julio de 2023.