SALVAJE MUJER DE LUTO, ESTA CASTILLA VIEJA por PABLO OTERO




Sobre la mesa media docena de nueces

el brasero luce rojo y negro

una botella guarda cuatro dedos de vino de Serrada.

Todo parece estar en orden.

El negro y blanco del retrato de la abuela Sofía preside
todopoderosa, la estancia.

El algodón acaricia las agujas metálicas
de un jersey, a medio hacer, para el invierno.

Habrá que alimentar la gloria mañana
están frías las losetas.

En la bilbaína un pollo a fuego lento
dorado en manteca y ajo

Muchas sombras escondidas tras el ámbar
en la noche triste:
un baúl repleto de bolsas de anís
un palomar donde dormir la siesta
gallinas por doquier
paja
y un caballo viejo, muy viejo
al fondo del corral
solitario.

El poyo de piedra, al lado de la puerta
conmemora las conversaciones de ayer.

Enfrente, la bodega
profunda y fría,
dentro
patatas, vino y cebollas.

Por encima el autobús de las ocho
de Peñafiel a Cuéllar.

Y el verano, árido, seco y amarillo
grita a los cuatro vientos la desidia.

Todo es verdad y mentira,
SALVAJE MUJER DE LUTO, ESTA CASTILLA VIEJA

Pablo Otero


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