Hacer menos cada día, hasta ser
un ovillo de la nada. Éste podría ser el propósito
de un tiempo de desesperación, también la aspiración de dicha
del verano. Pueden ser dos versos escuetos que en la mansedumbre del verano
me nacen y en los que resuenan y está –se concentra–
la desolación del hombre, su tristeza final, su tristeza
que se hace mayor cada día
en su camino al vacío.
Santiago Montobbio, Los poemas están abiertos