Aisling Gilmore: «No es normal que el autor reciba solo un 15 % de beneficio por su novela. Sin los autores, no hay industria editorial»




Nació en Madrid, aunque siente que pertenece a muchos más lugares, por lo que sus raíces aún no están echadas en ningún sitio. Una carrera en Historia, un máster que le acredita como profesora de español y un futuro prometedor como dueña de una escuela de inglés parecen el inicio de un chiste malo. Durante sus estudios, nunca dejó de escribir, pero tuvo que hacer muchas Big Mac, muchos cafés extraños y bebidas con ingredientes, tales como honeycomb crujiente o sirope sabor a palomitas de caramelo para poder ser independiente, por lo que, el camino hasta finalizar alguna historia ha sido largo. 






P.- ¿De qué trata Las hijas de la peste?


Lo primero de todo, muchas gracias por darme la oportunidad de hacer esta entrevista. Para mí es un placer colaborar con vosotros. En esta novela encontrarás una trama ambientada en un futuro distópico al más puro estilo de El cuento de la criada, Los Juegos del Hambre o 1984. Las mujeres viven en una sociedad armoniosa y pacífica, no hay conflictos armados ni hambre ni desigualdades exageradas. Sin embargo, desde el principio te das cuenta de una cosa que llama demasiado la atención. En esta historia, los hombres no existen ni parece que hayan existido nunca. Olivia y Elga, nuestras protagonistas, a través de sus experiencias irán descubriendo junto a los lectores que, a veces, la realidad no es como la cuentan, y que el precio que hay que pagar por ello es demasiado alto. Quizás ni siquiera estén dispuestas a pagarlo.



P.- ¿Lo has ambientado en un periodo histórico real o ficticio? ¿Por qué ese y no otro?


Si bien es cierto que mi fuente de inspiración de esta idea reside en el periodo del sufragismo y la historia de la familia Panhurst, además de que hay momentos concretos de la trama basados en momentos de nuestra historia reciente, esta novela comienza ambientándose en un futuro ficticio. Podría ser nuestro mundo, o tal vez no. Yo prefiero invitar a los lectores a descubrir la historia sin compararla con nuestra realidad. Probablemente, cuando terminen la novela descubran que el reino de Ruby está físicamente mucho más cerca de lo que pensamos.


P.- ¿No has querido ambientar la historia en un escenario real entonces?


La razón por la cual no he querido ambientar la trama en un escenario real es muy sencilla. Te estoy presentando una realidad que pretende criticar nuestro concepto de normalidad. Porque, seamos sinceros, la normalidad es muy subjetiva. No quería que los lectores descubrieran esa realidad imaginando escenarios que conocen muy bien. Quiero que se dejen llevar y descubran un mundo totalmente nuevo, sin prejuicios, sin referencias actuales, pero que puedan generar una reflexión.



P.- ¿Cómo son Olivia Hardy y Elga de Ruby?


Curiosamente, esta historia nació con Olivia como única protagonista. Elga surgió de la necesidad de mostrar un poco más en profundidad la vida de la realeza de Ruby. Olivia es una chica normal, mientras que Elga es la hermana pequeña de las princesas. En nuestro mundo sería una infanta, pero en Ruby es la tercera hermana, la Doña, encargada de servir y proteger a sus hermanas dirigiendo la guardia real. Por otro lado, mientras que Elga es el ejemplo de obediencia, sacrificio y responsabilidad, Olivia no puede evitar hacerse preguntas cuando algo no le encaja, es curiosa por naturaleza aunque eso se contrapone directamente con sus valores, ya que es una fiel devota de las diosas.



P.- ¿Cuáles fueron tus referentes culturales para crear a las protagonistas?


Mi inspiración para el personaje de Olivia no ha sido ningún referente cultural concreto, aunque no he podido evitar dejarme influenciar por mujeres tachadas de rebeldes a lo largo de la historia, con una inteligencia admirable que decidieron dar un golpe en la mesa y cambiar las normas desde dentro, o intentarlo, como Coco Chanel. Para Elga, sin embargo, hubo un momento en el que me di cuenta de que se estaba transformando en una heroína, y eso me hizo pensar en cómo quería que los lectores se sintieran al pensar en ella. Entonces quise darle toques, o que recordara a la sensación colectiva que nos ha generado un personaje tan querido como lady Diana.

 


P.- ¿Cómo se invierten los géneros (hombre/mujer) en la novela?


Intentaré responder a esta pregunta sin destripar demasiado el libro. El caso es que yo quería que Hijas de la Peste fuera una llamada a la empatía, ya que he vivido situaciones en las que creo que los hombres no se alían a nosotras porque no pueden ponerse en nuestro lugar ni comprender lo que se siente porque nunca les ha pasado, y eso es algo comprensible. Así que, en mi novela, son ellos los que aparecerán en el foco de todas esas situaciones que las mujeres hemos vivido y vivimos cada día que hacen que la lucha feminista sea tan necesaria. De modo que, viendo un mundo en el que son ellos los que no tienen el poder, que son sus hermanos los que sufren desigualdad, puedan ponerse en nuestra piel a través de la suya propia y reflexionar sobre muchas cosas de nuestro mundo que están mal.



P.- Háblanos de la cubierta, ¿cómo fue el proceso?, ¿te enseñaron varios diseños y elegiste uno?


Este tema me produce mucha risa porque fue un poco caótico. En primer lugar, porque yo no he sido bendecida con el don de la expresión artística, y en segundo lugar, porque cuando teníamos por fin la portada perfecta, la perdimos. Voy por partes. En mi caso solo trabajamos con una única idea porque yo no tenía nada claro lo que quería exactamente en la portada, pero sí sabía muy bien qué era lo que no quería, y eso descartaba muchas opciones. Tengo que admitir que agradezco la paciencia con la que Francesc, mi editor, trató el tema porque descifrar mis ideas sin conocerlas bien ni yo misma es un poco difícil. Pero es cierto que, tras enviarle un documento con ideas inconexas y bocetos de espanto le dije: “Confío en ti, lo que hagas, seguro que está bien”. Al final, lo único que tenía muy claro era que quería la portada de color blanco. Sí, sí, yo imaginaba mi portada blanca y la recibí negra. Entonces, me mandan la portada que habéis visto todos y me quedo en shock. No tenía ni un ligero aire a cualquier cosa que me hubiera imaginado, pero a la vez, me encantaba. Era elegante, misteriosa y llamativa a la vez. Era perfecta, solo que tenía que enamorarme de ella porque no la había imaginado así.



P.- ¿Y qué pasó entonces?


Pues que, cuando por fin estoy encantada con ella, la perdemos por un accidente informático. Pensé que me moría si no conseguíamos recuperarla, porque yo ya no me imaginaba nada mejor. Ya me habían presentado una alternativa parecida pero que no me emocionaba tanto cuando pudimos recuperar la portada. Hubo final feliz y ahora lo recuerdo y me río, pero fue bastante duro.



P.- Más allá de las emociones, ¿qué elementos de la trama te gusta que aparezcan en las novelas de fantasía?


Creo que no tengo la fórmula perfecta para que una historia me enganche, pero si que es cierto que disfruto mucho cuando el escritor consigue que no me espere lo que va a pasar, cuando me tienen en vilo sobre algún aspecto de la trama, y el escritor me está empujando al precipicio lentamente antes de decirme que hay agua y me puedo salvar. Cuando hay un plot twist que me hace pensar: “Wow, ¿por qué no se me habrá ocurrido a mí?”. Admiro muchísimo que sean capaces de sorprenderme.



P.- ¿Qué ha sido lo mejor que has leído en lo que llevamos de año?


Aunque la comencé el año pasado, me perdonaréis si os nombro la trilogía entera, porque creo que es digna de mención y justo ahora estoy terminando la tercera parte. Además, aprovecho para recomendarlo porque me parece que Una educación mortal, de Naomi Novik, se ha convertido en una historia catapultada a lo alto de mi lista de favoritos. Es una historia capaz de sorprender y enganchar a cualquiera.






P.- Has publicado con Valhalla, ¿qué tal está siendo la experiencia?


Honestamente tengo que decir que me siento afortunada por haber caído en sus manos. A pesar de ser una editorial pequeña y que tiene que luchar por hacerse un hueco en el panorama español, se esfuerza muchísimo por convertir nuestras historias en novelas físicas con las que poder presentarnos con fuerza en cualquier sitio. Yo siempre he defendido que los diseños y la portada me dan igual si la historia es buena, y yo he trabajado muy duro para que, si te lees Hijas de la Peste, la disfrutes a pesar de su envoltorio; pero todo suma, y Valhalla me ha dado una novela que es muy atractiva a primera vista y está muy cuidada estéticamente hablando. Esos factores de primeras juegan un papel importante a la hora de apostar por un libro o no, porque cada detalle cuenta e influye en la decisión del lector. No estoy de acuerdo con juzgar un libro tan fácilmente, pero por desgracia es así como funciona.



P.- ¿Cuál consideras que es la obra (fantástica o no) más sobrevalorada y por qué?


No me gusta demasiado hacer esa clase de juicios de valor de una obra, ya que los gustos en la literatura son muy variados y subjetivos. Cada libro publicado debe ser respetado de la misma forma. Pero si tengo que mojarme, y especifico, es mi opinión más personal, nunca encontré sentido a lo mucho que se valoró la historia de Cincuenta sombras de Grey. Fue una serie de novelas que se vendieron muchísimo y generó toda una locura en el panorama literario y yo, personalmente, nunca lo comprendí. Para todo lo que se vendieron y la cantidad de masas que movieron, podría decirse que sí, está sobrevalorada. No voy a negar que los leí por pura curiosidad científica y, dejando de lado que el factor erótico atrae a mucho lector, ni la trama ni los personajes ni siquiera cómo estaba escrito me pareció coherente con la cantidad de público que tenía.



P.- Si de la magia dependiera, ¿qué se arreglaría en el mercado literario español después de chasquear los dedos?


Menuda pregunta tan difícil… ¡Vamos allá! A ver, yo creo personalmente que dentro del panorama editorial se valora muy poco el trabajo del autor. No es normal que el autor reciba un escaso 10 % - 15 % de beneficio por su novela. Porque no podemos olvidar que, sin los autores, no hay industria editorial, es así. Las editoriales pequeñas tendrían un poco más de espacio en librerías, ya que los grandes grupos se están llevando la mayor porción del pastel y tampoco me parece justo. Me gustaría hacer mención a la competitividad tan tóxica que se ve entre editoriales y autores últimamente. Yo creo personalmente que deberíamos ayudarnos entre nosotros y valorar el triunfo de nuestros compañeros, hacer equipo. ¡Ah! Lo olvidaba… desaparecerían esas editoriales y negocios que abusan de escritores con ilusión y poco conocimiento en la industria para engañarlos con promesas de triunfo que no llegan nunca.


»Y por último, y hablo desde el desconocimiento total de la fiscalidad de España, pero, en otros países, los libros son muchísimo más baratos (sobre todo los de literatura juvenil), hacen ofertas para trilogías de todo tipo y las librerías no sufren por ello ni recortan en lo de siempre, en trabajadores. Creo que en España haría falta trabajar en este tema porque como los libros sigan subiendo de precio van a convertirse en artículo de lujo. Y eso no puede ser.



P.- ¿Podrías recomendarnos una novela escrita en español que sea del género fantástico o de ciencia ficción?


Me encanta que me pregunten esto, porque precisamente una de mis novelas favoritas es de una autora española que todos adoramos. Si bien ella es recordada sobre todo por Memorias de Idhún, yo cuando hablo de Laura Gallego siempre recomiendo La emperatriz de los Etéreos. Me parece una historia llena de originalidad, personalidad y muchísimo encanto. No conozco a nadie que se lo haya leído y no lo haya disfrutado.


Muchas gracias de nuevo por esta entrevista, siempre es un placer colaborar con espacios como este en el que se da espacio a la literatura.




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