MISTERIO DE LAS CATEDRALES



Días realmente extraños, estos, tras la muerte de David, que nos ha dejado a muchos huérfanos para toda la vida... Días de dolor y nostalgia e hipocondría, como si con él, además de él, se hubiera ido algo más: el espíritu de una generación y sus mejores latidos, lágrimas negras en la lluvia... He terminado entretanto mi nuevo poemario y se lo he dedicado a él, he sufrido estas noches taquicardias y tenido muy bizarros sueños, y preparo ya mis bártulos para irme a vender zapatos, lo que aún me da de comer... Pero antes, ayer al ponerse el sol, celebramos tres colegas suyos su ejemplo y poética: Gabriel Oca Fidalgo, Carlos Salcedo Odklas (los dos escritores de mi ciudad que más admiro y que, por supuesto, nunca encontrarás en Babelia ni El Cultural) y yo, tres supervivientes y mosqueteros brindando por D'Artagnan, mientras, nos decíamos, aún dure el duelo... Salió Crowley y Castaneda y Charles R. Jackson y sus Días sin huella, la Casa del Chamán en la Candamia, Nicolás Flamel y Fulcanelli bajo las gárgolas de la catedral, hablamos de magia y de cine y de literatura, yo saludé a viejos amigos de la época del CCAN, nos tomamos unas cervezas y celebramos juntos los días, los que aún queden por llegar, soplando apesadumbrados sus velas... Mueren y se incineran los cuerpos, pensé al coger un taxi rumbo a mi nido en las afueras, los poemas y los corazones no...

Vicente Muñoz Álvarez

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