CEREMONIA: Harold Alba.



MADRE

Mi madre tiene en los ojos
el vacío de otro cielo.

Yo la observo como quien busca una palabra,
un gesto de redención en medio de la noche,
un parque en sus manos,
en esas nubes que dejaron de moverse.

Intento encontrar su voz en el abismo,
alguna actitud que la recupere para el día,
alguna forma que le quiebre los labios.

Mi madre tiene la estática de los acentos,
la consonante que no sabe
cómo pronunciarse,
el miedo a morir en una casa
que nada tiene que ver con el malecón,
con su calle alerta al temporal del trópico,
a sus tentáculos de arena moviéndose
con la velocidad de un espectro.

Mi madre ha perdido la voz,
pero es como si todavía la tuviera,
por eso le acerco el corazón,
el ruido de sus pálpitos,
la oscuridad que borra
su dolor en la neblina.


DISPARO

Papá sabe que lo pienso,
por eso un geranio me sorprende
a esta hora cuando en Barranco
la distancia es una mancha
con la que me atrevo a despintar el cielo:
sus árboles de cemento en las ventanas,
los pájaros que todavía me asombran
con el aleteo de sus palabras,
el estribillo que anuncia
la derrota del sol,
su rabia oculta en mi nostalgia,
la ira de Dios quebrándose en el agua
con la precisión de un disparo
perdiéndose
al otro lado de la galaxia.
 
Papá sabe cómo me siento,
conoce las réplicas,
el punto cardinal que mueve el día;
en su hombro
mi corazón es un gato
escribiéndole sus siete vidas.


Harold Alva, de Ceremonia (Editorial Summa, 2023).


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