Glenn Gould. No, no soy en absoluto un excéntrico, de Bruno Monsaingeon y Varios Autores

 

 

GLENN GOULD: Algunas personas me consideran excéntrico porque llevo conmigo mi propia silla, porque llevo guantes en verano, porque remojo las manos en agua caliente antes de tocar y porque uso guantes de caucho para nadar.
Veamos lo de la silla, por ejemplo. Se han escrito muchas tonterías sobre esto, como si el hecho de llevarla a todas partes fuera el colmo de la rareza. Alguien ha escrito que para tocar mejor los pasajes con cruce de manos me ayudaba inclinándola, como una especie de torre de Pisa. Eso es ridículo; mi silla no se inclina ni por un lado ni por el otro. Si poseo mi propia silla ajustable es únicamente porque mi estilo de interpretación me obliga a sentarme más bajo que la mayor parte de los pianistas, unos buenos veinte centímetros.
En cuanto al hecho de cuidarme las manos, revela simplemente buen juicio. Llevo guantes la mayor parte del tiempo porque tengo mala circulación. A causa de ello las sumerjo en agua caliente antes de cada concierto. Me gustaría poder nadar normalmente, pero mis manos quedarían afectadas durante días, así que llevo unos guantes de caucho que cubren totalmente mis manos. Me río al escuchar a la gente decir que soy un excéntrico. Deberían haberme visto hace apenas seis años, cuando tenía diecisiete. En esa época sí que era un auténtico personaje.


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GLENN GOULD: […] La idea de que el artista debería ser un atleta cuyo entrenamiento físico tiene que ser permanente me resulta del todo extraña. Lo esencial es almacenar la música en alguna parte del cerebro, guardar una imagen de ella sólida y clara haciéndola pasar y volver a pasar por la cabeza: cuanto más lejos se está del instrumento, más fuerte es la imagen. El alejamiento del instrumento y la consolidación de la imagen mental constituyen el único trabajo que me parece verdaderamente fructífero.

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TIM PAGE: Recuerdo una frase suya que leí en el New York Times y que da una buena idea de su valoración negativa de los conciertos. Cito: “No debería permitírsenos observar como mirones al prójimo en situaciones en las que se ve obligado a demostrar algo que no requiere una demostración”.
GLENN GOULD: Sí. Confieso haber tenido siempre dudas muy serias con respecto a los motivos de las personas que acuden a los conciertos, al teatro o a cualquier otra manifestación pública… En el pasado, sin duda, he generalizado injustamente cuando decía que, para mí, cualquier persona que acudía a un concierto era, en el mejor de los casos, un mirón, y más probablemente un sádico. Tal vez esto no sea cierto del todo; hay personas que quizá prefieran la acústica de la Sala Pleyel a la de su propia sala de estar. Pero sigo pensando que el hecho de pedir a unos individuos que demuestren algo que no requiere ningún tipo de demostración es inmoral, así como cruel y desprovisto de objeto.




[Acantilado. Traducción de Jorge Fernández Guerra]


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