CANTO 1: Elegía.
LA TUMBA DEL ALMA
La tierra despierta con una respiración de alambre de espinos; cada piedra del camino desprende una fuente de agua temblorosa y asustada que poco a poco se erige como una cascada de inquietud.
En los riscos y las lomas crecen alas con forma de barrotes para pájaros cautivos.
Las plantas dialogan transmitiendo oscuras premoniciones que se confirman con la neblina espectral de unas nubes redondas como coronas fúnebres.
Los senderos ocres ahora son periódicos amarillos corroídos por las abejas que arrojan noticias tristes; el verde ahora es un túnel de tinta negra que conduce al callejón sin salida de una esquela mortuoria; cada pisada agonizante de un lugareño es un daguerrotipo postmortem impreso en el camino: cada brote de barro una foto sepia del día de difuntos.
Se alzan manos con relojes de arena en sus uñas mientras las excavadoras con dientes afilados con forma de guadaña pretenden cercenar sus cinturas cristalinas de polvo cósmico inmortal.
Brotan tatuajes biológicos en la piel de los defensores del entorno: galaxias de cardones y rabos de cometa de echium triste; luces estroboscópicas que parten desde cada poro; flora atornasolada de impresión óptica desde cada pliegue.
Palas mecánicas que petrifican el aire convirtiendo los vientos libres en una estatua flotante que alberga todas las piedras que lapidan la justicia para entornar los luctuosos cantos de la infamia.
Son la tierra. Son las personas. Son la esperanza y la desobediencia: sus cerebros son semillas que se abrirán paso entre las cabelleras de cemento de sus agresores para germinar como cenáculos libres, como árboles de nieve de una tundra mental
CANTO 2: Resurrección.
LA CUNA DEL ALMA
Cables húmedos de aromas mágicos; labios con ojos de paloma que besan la tierra mientras reverdece la flora desde unas bocas que entonan cánticos de alegría vegetal.
Fábricas de colinas, laderas, montes como constelaciones autobasculantes, como autobuses con carrocería de bosques de gelatina celeste que nunca perecerán en un lúgubre accidente de tráfico en el asfalto mortecino de la especulación. Se ha abierto una autopista con forma de cohete en el cielo; una obra de arte con alambicada grafía de purpurina estratosférica y psicodelia taumatúrgica anuncia la gran nueva: !!Es el renacer de Cuna del Alma!!!
Manuel Cova Tenard