LETRAHERIDOS

 

Cuántas veces lo habré pensado y dicho y me quedará por decir y pensar aún, porque no cesa el aullido, casi a diario lo escucho, tantos colegas del gremio frustrados, decepcionados y hundidos por la literatura, don y maldición... Visto desde fuera, para los que leen, don, sin duda, visto desde dentro, para los que escriben y no alcanzan la cima, la peor maldición... De cómo desgasta y enerva y oprime, de cómo enloquece y desvía, de cómo se lleva la vida y los sueños de los que en ella creen, casi a diario, desde hace tres décadas, por desgracia, doy fe... Y qué tristeza tan grande escucharlo a lo largo del tiempo a docenas, cientos de amigos, cómo fracasan sus libros, que nadie los escucha, que nadie los entiende, que nadie los lee, cuánto esfuerzo invertido y perdido, y cómo lo intentan, tiran la toalla y la recogen, en un bucle infinito, uróboros devorándose a sí mismo, una vez tras otra, una y otra vez... Solo los letraheridos, perros de la lluvia, lo podrán entender...

Vicente Muñoz Álvarez

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