El poeta, escritor, editor y gestor cultural Vicente Muñoz. | MARLUS LEÓN
"En los 80 todo estaba permitido
si era creativo"
Vicente Muñoz acaba de publicar una edición corregida y ampliada de su emblemática publicación de 2015 ‘Regresiones’, una novela autobiográfica que es también una crónica del León subterráneo y alternativo de los ochenta que vivió una verdadera eclosión cultural.
La Nueva Crónica /Joaquín Revuelta | 01/12/2022
Ante una primera pregunta un tanto imprecisa sobre el género al que pertenece ‘Regresiones’ (Literaturas Com Libros, 2022), su autor, Vicente Muñoz, quiere aclarar que al igual que la anterior ‘Regresiones’ (Lupercalia, 2015) «es una novela de no ficción porque es absolutamente autobiográfica. Casi toda mi obra lo es, pero esta en concreto cuenta mi experiencia entre los 70 y los 90. Arranca cuando soy niño, se centra básicamente en el León de los 80, en la movida musical, etc, y termina más o menos en los 90», señala Muñoz, cuyo libro es una revisión ampliada de la emblemática publicación de 2015. «Han pasado siete años y la editorial que lo publicó, Lupercalia, cerró. El libro se agotó y hoy es prácticamente inencontrable. Durante estos siete años he seguido escribiendo otras muchas cosas, pero hubo bastantes textos que salieron al hilo de este libro. Algunos habían quedado fuera de la primera edición, luego otros los escribí durante este periodo y le iban como anillo al dedo. Creo que es el broche perfecto. Siete años después, como que se cierra un círculo, y quiero pensar que la novela está ahora más completa y definitivamente terminada».
‘Regresiones’ discurre mayormente por el León subterráneo de los años 80, una época que Vicente Muñoz no duda en describir, al menos desde su experiencia personal, como hiperactiva, muy ilusionante y de una creatividad absoluta. «Si tuviera que definirlo en dos palabras diría creatividad absoluta, por la gente que era creadora, obviamente. Había más grupos musicales que nunca, mucha actividad en todos los frentes y un montón de bares alternativos. En los 80 todavía estaba empezando a escribir, pero como bien sabes era músico de una banda de rock, Veredicto Final, por lo que viví en primera persona aquellos años que fueron una locura colectiva a nivel musical. Aparecieron un montón de grupos, desde los más conocidos y que están en la mente de todos, Cardiacos, Deicidas, Positivos, Ópera Prima, Flechazos, hasta muchos otros que como nosotros han dejado algunas grabaciones. Recuerdo salir cuatro veces a la semana a ver conciertos en directo y la verdad es que para un chico de 20 años aquello era realmente fantástico».
El libro se prolonga hasta los 90, una época de mayor normalidad que difería de la efervescencia cultural que caracterizó la década anterior. «Con la llegada de la democracia hubo una eclosión de actividad creativa que no había tenido ni antecedentes ni parangón en cuarenta años. Toda esa actividad eclosionó, por lo menos en las pequeñas capitales de provincia, León incluida, en la primera mitad de la década de los 80. A partir de los 90 todo se normalizó, por decirlo de alguna manera. Esa libertad que nos otorgó la democracia se convirtió en la norma y quizás en los noventa digamos que se consolidaron todos estos parámetros alternativos que habían explotado con un carácter mucho más festivo en los ochenta. A partir de ahí se estandarizó y se hizo norma. Sin embargo a principios de los ochenta, sobre todo cuando empezaron a salir las primeras bandas de la Movida, Siniestro Total, Aviador Dro, Parálisis Permanente, a nivel musical era pasar de los abrigos Loden a las chupas de cuero, de los flequillos yeyé a las crestas de los punkis, a los siniestros y a los góticos. Aquello era básicamente muy muy divertido, al menos para los que lo vivimos en primera línea y bailamos en todos aquellos conciertos de La Tropicana, de La Mandrágora o del Toisón por supuesto».
Vicente Muñoz cree que el nacimiento de la Universidad de León, a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, contribuyó a crear aquel caldo de cultivo en el sentido de que la gente ya no tenía que irse fuera para empezar o terminar sus estudios universitarios. «El principal factor es la presencia. Aquí empezamos a poder quedarnos gente que a partir de los 18 antes no estaba dentro, con lo cual se creó una generación de gente con formación universitaria que pudo apoyar precisamente a todos esos movimientos. También recuerdo, al hilo de tu libro, aunque yo entonces estaba más centrado en la música, las inolvidables sesiones del Cine Club Universitario en Empresariales. Yo recuerdo haber visto las mejores películas de mi vida de aquella época, ‘Tras el cristal’, ‘Angustia’, etc, en aquel cine que tenía algo de culto. No era ir al cine sino a ver ‘Arrebato’ de Zulueta, que era como decir que estábamos empezando una España nueva, que fue realmente lo que sucedió, comenzó una España nueva que en aquellos años se desarrolló en toda su plenitud, con un espíritu totalmente de celebración, festivo, y por supuesto la Universidad contribuyó a consolidar aquel movimiento», sostiene el autor de ‘Regresiones’, que comparte la impresión de que aquel período no se halla suficientemente documentado. «Efectivamente y es muy sorprendente. Aunque me salió del corazón, cuando escribía este libro me sentía de alguna manera cronista de una época. En este sentido ‘Regresiones’ es una novela autobiográfica con aires de crónica. A nivel musical se ha escrito mucho en artículos y se ha hablado mucho de Los Cardiacos, Los Flechazos y otros grupos punteros, pero a nivel literario no hay ningún libro que hable de aquellos años ochenta que fueron absolutamente deslumbrantes. Por eso te digo que escribiendo el libro me sentí cronista, lo primero de aquella movida musical, pero también del León de esa época».
Con los noventa se acabó la fiesta y llegó el desencanto. Así lo reconoce Vicente Muñoz en la última parte de ‘Regresiones’. «Viene a hablar un poco de eso, de cómo toda aquella idea tan libertaria, tan festiva –no sé si es por la evolución natural de cualquier proyecto de este calibre– fue apagándose. Todas las revoluciones culturales se quedan un tanto cortas en cuanto a las expectativas generadas. Y más en concreto la nuestra, porque aquella libertad y aquella creatividad que se dio a partir del año 75 se ha venido abajo. No existe un momento histórico desde entonces en el que estemos más controlados, en el que haya más tabús y absolutamente temas intocables como este presente. Todo lo que hicimos en los ochenta sería prácticamente impensable en estos momentos. Tuvimos la suerte de vivir aquella libertad, para lo bueno y para lo malo, a veces se mal interpretó, otras se aprovechó, pero desde luego nuestro presente no tiene nada que ver con aquellos ochenta, donde todo de alguna manera estaba permitido si era creativo. Por desgracia no se parece a este presente en el que estamos amordazados por la reeducación que nos quieren meter desde las administraciones».
Vicente Muñoz reconoce haber concebido ‘Regresiones’ como «un broche» a la primera edición, «precisamente por esa idea que te he comentado de que me parece una crónica del León subterráneo y alternativo de los 80 y porque me parecía que habían quedado todavía algunas cosas por contar. Esta editorial está reeditando mi obra en prosa, pero ‘Regresiones’ no es una reedición sin más. En realidad es una edición ampliada y revisada, donde he incorporado algunos capítulos que me parecía que en su día no había desarrollado lo suficiente. La idea es que quede ahí y en cierto sentido es un poco mi legado a esta ciudad que centra toda mi obra».