Muy pronto en las calles, una nueva edición de Regresiones, ampliada con un montón de textos inéditos, hijos de mi carne y mi sangre, de la mano de LcLibros: ahora la ruta de calzado, luego la ensoñación...
Yo creo que Vicente Muñoz ya escribía por aquellos años en los que escribir estaba mal visto. Por eso, este Regresiones me parece que surge de su memoria de testigo voraz, que es como lo recuerdo en los tiempos en los que al volver la vista atrás no se veía nada. Él siempre miraba hacia adelante e, insaciable, leía, leía, leía... Pienso que, a veces, como un loco, para poner literatura de por medio a la sordidez cotidiana. La veracidad llegó después. Está ahora en esta joya en forma de libro, de cuando el color se iba introduciendo en el León inhóspito en el que la fraternidad se expresaba a bofetada limpia. Regresiones es para los que están y para los que no están. Incluso para los que ni estuvieron. Es un álbum temporal de fotos de otro mundo que no va a volver. Porque, lo bueno, que hubo mucho, son tatuajes en la piel. Unos son besos. Otros, cicatrices. Nunca se quitarán. Pero ahora aparecen en forma de páginas imperdibles y palabras de un francotirador que, lo dice, no quiere disparar a matar. Regresiones es un retrato urbano. Aquí no hay ni una sílaba dedicada a la manida seducción folclórica. Regresiones es una colección de impactos de alcance del día a día. De cuando los mandamientos se resumían en dos, porque nada era relativo: “Vivid en la calle, no paréis en casa”, o “La sangre aún me hierve cuando pienso en mi mala suerte”. Por ejemplo. Y hay ajuste y expiación en esto que también es un “gracias a la vida”.
Pacho Rodríguez