Rodeado ya en casa, en la furgoneta y en el garaje, de muestras de zapatos y zapatillas, tarifas, cartas de colores y maletas, lo que se dice petado hasta la bandera de calzado por dentro y por fuera, justo antes de comenzar la ruta, lanzarme de cabeza a Babilonia y abandonar temporalmente mi hogar, y también, la otra cara de mi misma moneda, de los humildes frutos de mi pequeño huerto urbano, que con tanto corazón y esfuerzo me ha dado el verano, chiles y guindillas, en esta ocasión. Entre ambos polos me debato (lo que es, es, me repito una y otra vez), calzado y poesía, capitalismo y ensoñación: quién sabe qué espera en la siguiente estación...
Vicente Muñoz Álvarez
Photo by Marlus Leon