Algunos entresijos de la novela epistolar




A lo largo de nuestra vida, todos hemos escrito una carta, ya sea de niños o en la adolescencia. Venimos arrastrando costumbres de siglos pasados, pues la novela epistolar como género se hizo famosa en el siglo XVIII, su popularidad fue tan célebre como hoy en día puede serlo el WhatsApp. 


Sí, digamos que la novela epistolar fue como las redes sociales de la época. Y, como todo, estas también tuvieron sus inicios. Pamela (1741) y Clarissa (1747), de Samuel Richardson, fueron los comienzos del género epistolar. Ambas eran largas, moralistas e inspiraron a otros escritores, tales como Rousseau (La nueva Eloísa), Laclos (Las amistades peligrosas) o a Jane Austen. La escritora inglesa escribió Sentido y sensibilidad en forma de carta, pero Austen le dio otra vuelta al asunto y llegó a la conclusión de que la novela epistolar entraría en declive en el siglo XIX. Finalmente no optó por este género. Fue una visionaria, sin duda. 


No obstante, el tiempo fue pasando, y en la era del teléfono la novela epistolar se convirtió en una rara avis, aunque tenemos la obra de Michael Frayn, The trick of it (Cógele el tranquillo), que recopila la correspondencia entre dos profesores universitarios. Uno de ellos se acuesta con una mujer escritora, y el miedo de él es que ella explora su relación y la convierta en novela, consiga publicidad o pueda escribir mentiras. La verdad es que es una novela satírica, fresca y divertida. Más tarde, llegó el fax, y con él una novela de Andrew Davies, Dirty Faxes (Faxes indecentes), 1990.



















La novela epistolar está narrada en primera persona; no obstante, se caracteriza por tener rasgos especiales que no vemos en el género autobiográfico. Esta última es conocida por el narrador antes de que este comience a escribir; pero las cartas corresponden a un relato, a un proceso que está en curso.



Mucho más vivo y conmovedor [...] será el estilo de aquellos que escriben en el momento álgido de una aflicción presente, con la mente atormentada por las punzadas de la incertidumbre [...] de lo que puede ser el estilo narrativo seco e inanimado de una persona que relata dificultades y peligros superados [...] Richardson. 


Se puede pensar que la novela epistolar es prima hermana del diario, pero lo cierto es que las cartas presentan dos ventajas complementarias:


  • En el género que nos ocupa se puede poner más de un destinatario y mostrar el acontecimiento desde otros puntos de vista. Por ejemplo, si escribes una carta a tu madre o a una amiga contándole el mismo hecho. Esto mismo se puede ver en Clarissa

  •  Una carta siempre se dirige a un destinatario concreto. La redacción de esa epístola puede condicionar el estilo y el contenido. Depende de eso, la carta se vuelve más interesante y compleja, con multitud de puntos de vista. Es lo que ocurre en La sociedad literaria del pastel de piel de patata, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows




¿POR QUÉ LA NOVELA EPISTOLAR ENGANCHÓ AL LECTOR?


Una carta ficticia no se distingue de una carta real. Por ejemplo, si estás escribiendo tu carta y de pronto llaman al teléfono e interrumpes la escritura en mitad de la frase, es del todo verosímil, realista y revelador en el carácter del que escribe la carta reaccionar según de qué manera. Este recurso no se podría hacer en una novela que no fuese epistolar. Este hecho supuso algo hipnótico para los antiguos escritores de novela epistolar, ya que era como estar viendo una serie o una telenovela. Te metes en una correspondencia real, te enganchas a ella. Pero, ojo, el lector moderno ya no lo vivirá con la misma intensidad, ¿o sí? 


De hecho, la novela epistolar fue un género concebido para conseguir que la ficción pareciera realidad. Si tenemos esto en cuenta, veremos que las cartas pueden leerse como monólogos dramáticos, como una narración oral. No solo nuestra mente les pone la entonación, sino que presupones parte del diálogo y deducimos el resto por el tono que se ha venido dando. No importa si hay demasiados adjetivos o adverbios (sobre todo los que tanto amamos, esos que terminan en -mente), ya que eso se puede hacer adrede para que parezca verdaderamente elocuente.




ALGUNAS NOVELAS DEL GÉNERO QUE HE LEÍDO Y QUE RECOMIENDO


La sociedad literaria del pastel de piel de patata, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows.

Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer.

➯Cada siete olas, de Daniel Glattauer.

Drácula, de Bram Stoker.

84, Charing Cross Road, de Helen Hanff.

Carta de una desconocida, de Stefan Zweig.

La pasión de Mademoiselle S., anónimo. 

Paradero desconocido, de Kressmann Taylor.



Y vosotros, ¿cuál recomendaríais de esta lista?, ¿habéis leído alguno? Seguro que a lo largo de vuestra vida lectora ha caído algunas novela epistolar. No te cortes o ponla en los comentarios. 




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