Silvia Pinal, la musa de Buñuel, la cándida Viridiana que a todos nos cautivó por su dulzura y bondad, nos regala en Las mariposas disecadas (1977), de Sergio Véjar, la que sin duda es su más perversa y morbosa interpretación, en las antípodas de sus habituales papeles.
Un film vesánico y transgresor, fascinante y sorprendente, que no dejará, por lo truculento de su guion y algunas secuencias inolvidables, indiferente a nadie.
Mejor, en cualquier caso, enfrentarse a él sin saber nada al respecto, como me ha pasado a mí, para que el factor sorpresa os pille desprevenidos, y dejarse llevar por su enfermizo encanto.
Narrada mediante flashback que van centrando poco a poco al espectador, lenta y pausada, elegante y contenida hasta bien avanzado el metraje, esta película mexicana, a caballo entre el romance y el drama, el thriller psicológico y el cuento de horror, aborda algunos tabús que pocos directores se han atrevido a filmar, saliendo airosa, en gran parte, gracias a la fantástica interpretación de Silvia Pinal, que por sí sola justifica su visionado.
Una rara avis que por nada del mundo deberías perderos.
Vicente Muñoz Álvarez