“Fetua”, esa es la palabra que aprendió Salman Rushdie el 14 de febrero de 1989. Porque una cosa es leerla o escribirla, y otra muy distinta es vincularla con tu existencia. El delito, escribir una novela: Los versos satánicos. Dicen que ofende, que es sacrílega, que su autor merece y “todos los que hayan participado en su publicación”, (dijo Jomeini) la muerte.
Hay quienes creen en la libertad de expresión a medias, que es justificable que alguien mate a otro por disentir y ponerlo por escrito. “Es que ofenden”, argumentan, legitimando cualquier acción del ofendido. ¿Qué clase de personas somos si ante un intento de asesinato somos capaces de comprender la “motivación” de los asesinos? ¿No vale una vida más que una idea? ¿No puede un dios omnipotente cambiar la voluntad de disidentes, blasfemos e incrédulos? Un dios que manda a sus “fieles” a matar a los que no le son afines es muy poco fiable. Seguir leyendo el artículo aquí.
Publicado el martes 16 de agosto de 2022 en el diario La Prensa.