SATORI, ASALTO Y RESIDENCIA por JULIA ROIG



¿Dónde puedo hallarlo? ¿dónde el pozo?

Satori húmedo que bendiga esa mezcolanza de hembra turbia y algo inanimada que me estoy siendo.

Es el calor, dirán los eruditos en materia. Este sí es un verano invencible en el peor de los sentidos sin imperio. Me quedan dos barras rojas de vida y tantas pantallas, tan poca piel, tan pocas capas... A un tris del trash. Me voy a Formentera y sé que no hay nadie más en toda la isla leyendo el Ponche, tal vez sí, como yo, releyendo, aunque es complicado, convendremos en que es una isla pequeña, sí. Cenaré en un restaurante que se llama Macondo y me llevará a una de esas novelas animal que me visten. Digo animal porque ahora está mal visto, pero me veo bien, siendo quien quiero. Mis pieles son lo que he leído. Mis pieles son lo que he vivido. Están mal vistas tantas cosas. Será la perspectiva. Todo pasado se analiza cruelmente. Qué mal reaccioné, qué mal contesté, qué mal conquisté, qué mal escribí, qué mal amé, me traté, me toqué, me escuché, me sentí.... Aquí estamos, en nuestro presente de perfección y futuro, con todas las respuestas... Antes la Influenza era algo horrible, ahora también, necesitaremos perspectiva para verlo.

Garabatearé por la noche, palabras sobre fantasía/refugio. En una habitación con el aire a 25 y el resto, cámara acorazada de infierno. The floor is lava. Sí.

Y en mitad de la noche, Penang, la isla que no es isla, en mi mente, y mi madre, allí, con siete años, intentando entender qué significa ese no mama, no papa, no rice que cantan sus nuevos amigos. Lo dijo Loriga, la memoria es un perro tonto, le tiras un palo y te trae cualquier cosa. Yo añadiría: o no. Quizá sabe lo que trae en ocasiones. Te trae un cristal que celebra un trago único. Un tramo de calle con abrazo. La desembocadura de una mirada. La liturgia de una terraza que iluminan los Led (Zeppelin!). Una clavícula esclava. Un cabello salado. Una Alhambra bien fría. O un golpe de realidad. No mama no papa no rice. El mundo se está haciendo un selfie pero aún no lo ha visto. A lo mejor se cae por atrapar las vistas que nadie verá, que nadie está viendo.

En mi mente hay un terciopelo. yo decido cuándo lo acaricio. Soy mi dueña. Un latido honesto y ardiente, propio y eléctrico. Una vibración genuina y ver el interior de las personas. Alguien dijo: La fantasía del momento. Sí. Está aquí, la siento moverse en mis manos y la hago posible.

Julia Roig,
del blog Miss Desastres Naturales


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