TODO MENOS TÚ por NATACHA G. MENDOZA



Llegué a la casa de tu infancia. En el centro del salón, un piano. Sobre él, varios portarretratos certificando que hubo una familia en ese lugar. Muebles cubiertos por sábanas blancas. Cuadros inmensos llenando las paredes hasta casi rozar el techo. Todo menos tú. Sigo buscándote en lugares a los que perteneciste. Intento, desesperado, crear nuevos recuerdos. Tu dormitorio de niña es un escaparate, como si tu madre hubiera querido mostrar a una hija que no tenía. Tan perfecto en detalles. Supongo que los padres se sienten con derecho a seguir creándonos. En esta casa nada me habla de ti. De la mujer que conocí una tarde en la plaza del centro. En el escándalo de las palomas asustadas porque, tan despistada, cruzaste bruscamente entre sus arrullos. Esta casa, no conoce tu olor, ni la voz que derramabas en mis ojos, no tiene la menor idea de cómo besabas. No sabe del calor que desprendía tu vientre cuando en esos días, te retorcías de dolor.

Me queda toda tu muerte para recordarte, esta ausencia que va devorando cada célula de mi cuerpo. Intento seguir en pie, como te prometí, regreso a la plaza en una búsqueda absurda de ese viento, aquel que construyeron las palomas escapando de ti.

Natacha G. Mendoza


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