Se me han terminado los somníferos. Por eso estoy aquí: sala de espera del ambulatorio, en la Seguridad Social.
No puedo ya dormir sin ellos. Lo intento a menudo, pero no lo consigo. Duermo a lo sumo tres horas y me encuentro, al día siguiente, deprimido y roto. He intentado hacer caso del médico, dormir sin pastillas, tomar tisanas, tila, valeriana, pasiflora, pero lo único que he conseguido es sentirme, por falta de sueño, cada día más agotado... Así que necesito esas pastillas. Que me crean adicción, lo sé, pero sin las cuales, seguramente, terminaré derrumbándome.
La sala de espera está llena. Unos que entran, otros que salen y otros que, intermitentemente, van llegando. Hay seis pacientes delante de mí, que a una media de diez minutos, hacen aproximadamente una hora de espera. Una hora entera aquí esperando...
Vicente Muñoz Álvarez,
de El merodeador
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