Si algo está faltando en este momento en particular, y en general en nuestra democracia, es la práctica de la autocrítica, que ha sido sustituida hace tiempo por la religiosidad ideológica. De esta necedad no se salva casi ningún político de los últimos treinta años en Panamá.
Es increíble ver cómo personas inteligentes, hasta leídas, son incapaces de criticar su posición política: han convertido su ideología en una religión que les prohíbe usar el criterio y les nubla la valoración de los hechos. No son capaces de decir nada que contravenga al partido ni al líder, así se esté desmoronando la mismísima democracia. Viven presos de un relato que les conviene mantener para su beneficio. Seguir el artículo aquí. leyendo aquí.
Publicado en el diario La Prensa, martes 9 de agosto de 2022.