Uno de los defectos más grandes de la literatura panameña, es que nadie lee a nadie. Algunos no lo hacen por envidia o ignorancia, otros porque creen en las roscas y las manos tuerce destinos, o están convencidos de que hay un complot general contra ellos. Sea como sea, lo peor que le puede pasar a cualquier literatura nacional, es que no se lea a sí misma.
¿Hemos leído bien a Ramón H. Jurado? ¿A Changmarín o a Raúl Leis? ¿Estamos leyendo bien a Neco Endara, Enrique Jaramillo Levi, a Osvaldo Reyes? ¿Conocemos la obra de Salvador Medina, Porfirio Salazar o Javier Alvarado? ¿Alguien está leyendo a Justo Arroyo, Alfredo Cantón, a Giovanna Benedetti? ¿Y a Rosa María Britton o a Griselda López? ¿Estamos leyendo bien a Carlos Wynter, Edilberto González Trejos o a Cheri Lewis? ¿A Manuel Orestes Nieto, Pedro Altamiranda o Rubén Blades? ¿Quién está leyendo a Carlos Fong, Luis Pulido Ritter o a Juan Gómez? Seguir leyendo aquí el artículo.
Artículo publicado el martes 28 de junio de 2022 en el diario La Prensa.