De una carta de Johnny Dark:
Y ahora nuestros padres están muertos y todos nuestros tíos y tías están muertos y el lugar donde crecí se me ha perdido para siempre y se me está acabando el tiempo. Pronto no podré ver cómo las palabras se deslizan bajo mi pluma. Todo esto se habrá perdido. ¿Cómo se supone que me comporte ante semejante cosa? El hecho es que simplemente no creo que seamos muy importantes. Ciertamente no somos tan importantes como creemos. Nuestros sentimientos incesantes, nuestros pensamientos implacables… a quién mierda le importa. No es importante para la galaxia.
Espera un segundo –¿¿no es importante?? ¿Quieres decir que a nadie le importa lo que pienso o lo que siento? ¿Quieres decir que estoy pasando por todo este sufrimiento solo y a nadie le importa una mierda?
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De una carta de Sam Shepard:
Me llama mi contador para decirme que no tengo dinero. “¿Qué vamos a hacer?”. El viejo Marty Licker, totalmente encorvado por una terrible artritis de columna. Como el tío Scrooge o algo así. No lo sé, Marty –no sé qué vamos a hacer. No hay películas. Ya nadie tiene dinero para hacer películas y las películas que sí terminan por hacerse no se parecen nada a las películas que yo solía hacer. No reconozco a ninguna de las estrellas, ninguno de los nombres. Son todos adolescentes. Yo ya soy pasado, Marty. Mi época se ha terminado. Soy un viejo pedorro sentado en mi cabaña de ladrillo de doscientos años en una granja de Kentucky, junto al fuego leyendo literatura poco conocida e inventando cuentos y obras. Las películas me han dejado atrás. Es algo que ya vino y se fue. Ahora solo quiero que me dejen en paz en mi pobreza.
[Editores Argentinos. Traducción de María Inés Castagnino]