SEÑALES por HAROLD ALVA



Un hombre camina de la mano de su miedo y es como si toda la ciudad, toda la noche lo animara para que no se detenga, para que cruce el puente y sobre el precipicio dibuje las marcas de todos sus fantasmas, tal vez así aprenda que no tiene derecho a romperse la voz; su lengua que como la cola de un reptil se transfigura en la primera serpiente. “Tú eres un ángel”, repite y no puede evitar batir los brazos como señal de resistencia. Un hombre tiene la dimensión de sus víctimas, el blanco de sus pieles, la agresión de los neumáticos que giran como ojos más allá del día o de la experiencia de tocar una mancha en el asfalto, y no hay fe, no hay himnos, sólo la letanía de un demonio que se conmueve con la soledad de los peatones mientras el vacío es un extraño sobre el que la noche se detiene para reclamarle, a sus manos, el luminoso malecón al que se enfrenta con la seguridad de que, más allá de la autopista, su corazón abre las puertas como un salvaje que se afirma en la neblina.

Harold Alva


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