Casi todos mis escritos son en prosa. A la poesía le tengo mucho respeto. Sin embargo, he aquí un pequeño intento:
Soy mero espectador de las ruinas del sueño
en que mi propia vida yace,
como un espectro despojado
de su propio reflejo.
De la conciencia huyó mi cuerpo,
volando en una órbita incólume
ante la irrevocable fuerza
de la geometría.
Los huracanes de la lógica
dejan mi corazón en llamas.
Emponzoñan la sangre de mis arterias
y estallan los cráteres de la melancolía,
bombas privadas de su pólvora.
Si pudiera dictar orden
en el caótico concierto de la mente,
quizá me atrevería a dirigir un soplo
hacia sonora nube incandescente.