Escribo esta fe de erratas
de lo que un día fue,
de lo que hoy es
mi vida.
Reflejándome en el estanque,
junto a las piedras rosadas,
me veo envejecer.
Me atraviesa la furia
de esas canicas de colores,
las postales de tiempos pasados,
donde aparezco en una esquina,
como en un cuadro de Balthus,
como quien no quiere estar,
quien aún no se ha descubierto
y tiene los labios transparentes
y los ojos blancos.
Tres, dos, uno,
comencemos.
A los cincuenta y tres años,
hoy es mi primer día.
comencemos.
A los cincuenta y tres años,
hoy es mi primer día.
Isabel Marina