Cuando arranca el año, parece que no tiene uno de qué escribir. La inercia de las celebraciones nos empuja a creernos el cuento de que el cambio de dígito significa borrón y cuenta nueva, y allí está uno, otra vez, sentado ante la página en blanco, rodeado de libros y de anotaciones y temas por tratar, pero nada, uno no sabe por dónde empezar.
La verdad es que la página 2022 sigue a la 2021, y hay que afrontar lo que Nabokov entrecomillaba: la “realidad”. La vida sigue, y tenemos la posibilidad de continuar con el argumento de la página anterior y seguir en la misma vaina, o darle un giro a la historia para derrotar su monotonía destructiva, y convertirla en una aventura que nos lleve a la meta que de verdad estamos buscando: una mejor democracia. Seguir leyendo el artículo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, el martes 4 de enero de 2022