Ancha es Castilla: España en Regional. Salamanca-Ávila.
(Apuntes rápidos...)
Para hacer este viaje en un regional, el primero desde el año pasado, tengo que coger otro regional y un Alvia, además de dormir en un hotel que está DENTRO de la estación de Delicias, en Zaragoza. Dos días de camino para llegar a Salamanca. Desde luego es más fácil coger un Ave a Madrid Atocha y luego un metro para salir en Principe Pío, y coger directamente el regional (o "Media Distancia" para ser exactos) que va de Madrid a Salamanca. Sí, es más fácil, pero menos interesante, y más pesado, sobre todo el cambio de estación en Madrid. También es verdad que el recorrido desde Madrid a Ávila es muy muy recomendable. A mí me encanta atravesar el Sistema Central camino a Ávila, pero es una ruta que ya conozco y de la que ya hablé en mi libro "España en Regional", de manera que para lo que quiero hacer ahora no me interesa tanto como ir de Zaragoza a Salamanca, que es verdad que también conozco, pero solo hasta Valladolid. Y de hecho, incluso he pensado bajar allí, en Valladolid, y continuar en Regional hasta Salamanca... Lo he pensado, pero luego he visto los horarios, que son horribles, y he cambiado de idea. Tendré que ver esta zona desde la ventanilla de un Alvia, que tampoco está tan mal...
Y por otro lado si voy por Zaragoza también tengo que volver a viajar en un viejo y muy querido tren: el regional Valencia-Zaragoza. Así que no se hable más... Y de paso dormiré en el hotel que ocupa toda una pared de la estación de Delicias, en una habitación con vistas a las vías... El plan promete...
Día uno:
Pues empezamos mal. Nada más salir el tren empieza a pararse. Son paradas muy extrañas, en medio de ninguna parte. Y son paradas muy largas. Avanza un poco. Luego se vuelve a parar. No sé qué puñetas pasa... Pero si de normal ya son casi siete horas de tren, con estas paradas el viaje se puede hacer muy largo... Y entonces pasamos por la estación de Massalfassar, que está con huellas visibles del incendio que ha sufrido y lo entiendo todo: ha sido el robo del cable y el desastre que armaron los miserables que lo hicieron. Pero mira que hay que ser miserable y cabrón, para cargarte todas las señales en un montón de kilómetros. Pues bien que nos han jodido...
Con una hora de retraso llegamos por fin a Zaragoza. Yo he tenido suerte, estaba tranquilamente en el tren. Los pobres viajeros que estaban esperando en estaciones SIN NINGUNA INFORMACIÓN lo han tenido peor. Esperando y esperando y esperando un tren que parecía que no iba a llegar nunca... Eso es lo que tiene montar hoy en un regional, que si pasa algo nadie te informa y además la estación es un simple apeadero, sin ningún tipo de comodidad (o cosas tan básicas como un servicio para ir a mear o a lavarse las manos o un sitio con calefacción cuando hace frío). A estos pasajeros con dos experiencias así ya se les pasa las ganas de coger un tren para siempre. Vaya mierda... Oigo a los pasajeros quejarse al revisor y oigo las amables y comprensivas explicaciones del revisor. El tren no tiene ninguna culpa, pero el servicio de normal no es que sea precisamente una maravilla...
Día dos.
Del hotel con vistas a las vías ya hablaremos luego. Ahora estoy en el Alvia, por fin estoy llegando a Salamanca y se está poniendo el sol (viajar en invierno supone eso: que te quedas pronto sin luz para hacer fotos). El viaje ha sido muy pesado. El tren venía muy lleno, hacía calor y la mascarilla tantas horas acaba por molestar (sí, ya sé que hay cosas mucho peores, lo digo siempre, pero al final es una pequeña incomodidad que se suma a las otras incomodidades, y hace que el viaje no sea una experiencia tan placentera como podría ser). Para rematar la mala suerte, el día estaba demasiado nublado como para hacer buenas fotos, además del porquería de cristales llenos de suciedad que hacían que la cámara se volviera loca al intentar enfocar. Estoy con dolor de cabeza y bastante enfadado. Espero llegar al hotel, descansar y que mañana me vaya mejor...
Día tres.
Bien, esto ya es otra cosa. El paisaje es bonito. "Bonito" en el sentido que yo esperaba que fuera... Campos y campos y campos, campos desnudos y llanos, una zona enorme y casi vacía... Casi porque hay pequeños pueblos entre los campos, pueblos con su campanario en el centro, pueblos de casas bajas y apretadas junto al campanario, todas rodeando el campanario como queriendo esconderse del frío y de los lobos, de la naturaleza salvaje y hostil. ¿Como será vivir aquí cuando las cosas se pongan feas? Hoy hace muy buen día, demasiado buen día para ser Navidad. Y hoy hay televisión y teléfonos móviles y coches... Pero hace siglos... ¿Cómo aguantarían los largos inviernos la gente de estos pequeños pueblos? Me gusta imaginar cómo es la vida de la gente de los pueblos y ciudades por las que paso... Y este paisaje me ayuda a imaginar...
De repente empiezan las montañas, con sus bosques frondosos. Y de repente aparecen las murallas de Ávila. Me ha gustado este tren. Y dentro de unas horas lo cogeré de vuelta. Se ha hecho rápido y es una pena que tenga solo una parada: Peñaranda de Bracamonte. El único pueblo con fincas modernas que veo. Todos los demás pueblos tienen estaciones cerradas. No están en mal estado, pero evidentemente son estaciones sin uso, y serán con el tiempo estaciones abandonadas, y por desgracia al final algunas estarán tan mal que tendrán que ser derribadas. Un historia tan terrible como conocida. Y un pueblo que pierde la estación pierde lo poco que le queda. No, no soy nada optimista. Los ancianos que ven como un día llegan las máquinas y tiran la estación saben que es otro capítulo de la historia del pueblo que se cierra. Y ya se han cerrado muchos más...
Día cuatro.
Otra vez el Alvia, pero ahora lo cojo más tranquilo, y el viaje se me hace menos pesado porque el tren va casi vacío. Lo cual es muy extraño porque cuando compré el billete me dijeron que solo quedaban cuatro plazas libres. ¿Muchos pasajeros han anulado el billete por culpa del Covid? Supongo que algo de esto sí que habrá pasado. Y de todas maneras a medida que nos acercamos a Navarra el tren se llena un poco, pero siempre quedan asientos libres en cada coche. Y eso tiene una estupenda consecuencia: cuando aparece mi compañera de asiento, en Vitoria, como hay otros asientos libres no se sienta en mi lado, sino más atrás. Ella tenía pasillo y en el que se sienta tiene ventanilla. Es pues de los míos... de los que prefieren siempre ventanilla... Para mí es estupendo porque voy más cómodo, y porque puedo dejar la mochila con las cámaras en el asiento libre y tenerlas a mano para cuando quiera hacer fotos. Lo malo es que nada más pasar Pamplona ya se hace de noche. Y tenía fichadas algunas estaciones que quería fotografiar y que no puede fotografiar (o lo hice pero salieron mal las fotos) en el trayecto de ida. Otra vez será...
Día cinco.
Bueno, a ver si el regional llega a Valencia sin mucho retraso. Qué cabrones los que robaron el cable. Espero que los pillen pronto porque bien que nos han jodido a todos. De hecho para los cercanías de Valencia a Castellón han tenido que poner autobuses, según oigo que el revisor el dice a otro pasajero.
Por suerte no nos retrasamos tanto como a la ida. Estoy cansado y con ganas de llegar a casa. Y he hecho bastantes fotos. Me ha gustado mucho ver la estación de Calamocha metida en la niebla. También me ha gustado mucho ver amanecer antes de llegar a Cariñena. Este regional pasa por zonas muy hermosas, de los campos a las sierras, luego los páramos de Teruel, luego otra vez las sierras y al final la huerta de Valencia. Muchos paisajes distintos, muchos pasajeros diferentes y muchos tipos de pueblos y de cultivos. Es lo que le pido a un viaje: que me enseñe muchas cosas.
