JUEGAN LOS NIÑOS, LOS OIGO CORRER,
se apresuran. Es la vida. Es la vida
que juega quizá al escondite, y depende
de nuestro tino, de nuestra paciencia, de nuestro acierto
que nos la volvamos a encontrar.
*
ME DESPIERTO DE MADRUGADA, PERO AVANZADA YA
la noche. Tras un rato me levanto y veo
cómo va creciendo la luz y se levanta el día
desde el patio de manzana. Me inunda esta
luz que crece, el día que empieza. ¿Qué
traerá el día?, me pregunto, me puedo preguntar.
Los afanes, los trabajos, los cuidados, las angustias.
La limpieza, las lecturas, hábitos con que sobrellevar
el encierro y hábitos también que éste precisa.
Se levanta el día. Yo escribo un poema para decirlo.
Esperemos que no se pierda el mundo.
*
DICEN QUE DENTRO DE UN PAR DE SEMANAS PODRÉ SALIR.
Imagínate, cómo voy a aguantar estar yo un par de semanas
sin ver la bendita calle, dice este personaje de Galdós que se encuentra
enfermo, Plácido, muy compungido. Dice que nunca lo ha estado –enfermo.
La calle, la bendita calle a la que no poder ir y salir
se ve como una privación insufrible. Entonces, ahora.
La calle, la vida. Al aire libre.
Santiago Montobbio, De infinito amor (Cuaderno del encierro)