Casi al final de esta nueva novela de Chris Offutt (uno de nuestros favoritos, autor de Mi padre, el pornógrafo, Kentucky seco, Noche cerrada y Lejos del bosque), encontramos un momento que simboliza a la perfección no sólo la figura del protagonista, sino también a todos los personajes de su universo literario. Dice así: Un ruiseñor comenzó a cantar. El último inadaptado, solo podía copiar a los demás y esperar que lo comprendieran. Mick llevaba sintiéndose así toda la vida. Mick es ese personaje central del libro: un inadaptado. Un tipo que sirve en el ejército, en Alemania, en el papel de investigador criminal, y que regresa a su zona (Kentucky, por supuesto) porque su mujer va a tener un bebé. Mick Hardin se topará con un crimen que tiene que resolver su hermana, Linda, sheriff del condado. Y él está dispuesto a ayudarla.
Ya en la reseña de Lejos del bosque mencionábamos el desarraigo que lastra a los personajes de Chris Offutt, que no están conformes ni en casa ni fuera de casa, ni en su tierra ni en tierras extrañas. Son personas desplazadas, y sufren con ese desplazamiento: si emigran, no se adaptan a lo nuevo; pero si regresan a su hogar natal, tampoco son capaces de reincorporarse como antes. Algo así le sucede a Mick, metido en un mundo donde predominan los móviles, los ordenadores, los adelantos tecnológicos que a él no le hacen la vida más favorable porque lo que le gusta es sencillo: el bosque, el orden rural, “la simplicidad del ejército”. Su mente, además, sólo funciona desentrañando crímenes, observando la escena de un asesinato con ojos de detective, incluso aplicando técnicas de interrogatorio a sus familiares (no sólo a conocidos y sospechosos).
En Los cerros de la muerte regresa Tucker (protagonista de Noche cerrada, y aquí un personaje secundario, encargado de descubrir el cadáver que activa la trama), pero el eje gira en torno a Mick y a Linda, quienes juntos tratan de resolver el enigma y encontrar al culpable. Podríamos decir que estamos ante una novela criminal o de misterio o noir o como quieran llamarla, pero en realidad a Offutt no le interesa tanto que nos mordamos las uñas a la espera de que descubran al asesino como de retratar de nuevo la aspereza de Kentucky y el modo en que sus personajes se desenvuelven por allí. Lo que le importa al autor es explorar ese mundo.
En una entrevista con Kiko Amat (puede encontrarse en su web), Chris Offutt decía esto: Algunos autores quieren más y más dulce dinero de Hollywood, pero yo solo quería el dinero suficiente para ocuparme de mi familia. No necesito lujos. Conduzco una furgoneta hecha polvo y las únicas cosas que compro son herramientas [ríe]. Quizás por eso Hollywood no me atrapó. Es muy fácil verte atrapado en ese mundo, si te fascina ese rollo de tener un Jaguar o una choza en las colinas de Hollywood. Pero yo solo necesito remplazar mi vieja sierra mecánica, y comprarme otro par de botas [ríe]. Esas son mis necesidades básicas. Estas palabras, que podrían aplicarse a algunos de sus personajes, a mí me reconfortan: nos demuestran que Offutt es otra clase de escritor, alguien a quien no ciegan las luces del éxito.
[Sajalín Editores. Traducción de Javier Lucini]