Acabo de releer, por tercera o cuarta vez (ya no recuerdo), de un par de sentadas, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, y más que nunca me he dado cuenta en esta ocasión de las similitudes con Viaje al fin de la noche, de Céline, la parte africana en concreto, el desastre del colonialismo europeo allí, el infinito y la nada dentro de nosotros mismos, el Dorado y la Perla, el absurdo y el caos, el horror, según Kurtz y Bardamu, el horror... Conrad primero y Céline, dando otra vuelta de tuerca después, lo retrataron sin filtros ni ataduras, cada uno a su modo y manera, pero con la misma oscuridad de fondo también: sublimes ambos.
Vicente Muñoz Álvarez