Está bien que desaparezca lo que en su intento quebró sobre el absurdo y extendió sus esqueletos sobre la baja voluntad de la noche esparcida en tu boca que tragaba sapos y piedras para asustar a mi fe y a mi sinceridad. El problema es resistirse a la duda y en la demencia de agarrarse al accidente del lenguaje y de su quimera... morir lentamente por el teatro y el cloroformo de su traición. Todo lo que nace de lo humano, se sostiene en el error. Sólo es verdad la soledad y el nunca saber nada tiroteándonos hacia el abismo crepuscular. No sé qué coño de problema, qué vanidad, qué miedo, nos impide la honestidad de declarar en ardiente fracaso al sentido y a la vida... sobre la poesía, sobre el fuego y el polvo y lo inasible. Todos quieren defender su cuento deshonrando a la miseria y a la ignorancia y con eso condenando a lo humano a los presidios de la moral y de la quimera.
Prefiero cargar en mi palo, la angustia del absurdo y la desfachatez de mi necedad, prefiero suicidar al absoluto como él me suicida a mí y me arquea en los camposantos de lo indecible. No quiero defender cuentos ni humillarme por esa verdad que me nació su hija muerta, que nos negó a todos en la tierra sus manos y su abrigo. No moriré ni viviré para ella. No la llamaré dios, ni ciencia, ni filosofía, cuando ella se declaró asesinada para todos nosotros y nos ha despojado de todo y del destierro que oscureció en nuestra carne llegamos a la vida.
Todo lo que emprenda, será por el absurdo que se venga porque ama. Todo lo que haga será contra el sentido, el firmamento, la raíz, el centro, el verbo, los principios, la moral y la prosa. Todo lo que haga será lo que me pique, lo que me gima, lo que me arda, lo que me desencaje, lo que me calcine en la duda y en el abismo de lo imposible que irá a morir y a romperse y a cantarse en la misma muerte y en la misma canción que ella ha envenenado contra sí misma y todos sus hijos.
Mareva Mayo