EL SONIDO DE LAS AMBULANCIAS por JAVIER VAYÁ ALBERT



Somos preciosos excedentes
exquisita carnaza.
La calle es el manicomio
jóvenes mejores,
bien vestidos aplauden mortalmente aburridos
mortalmente mejores.
Podría matarte ahora mismo
matarte solo por respirar así.
En qué momento admitimos
como algo inherente a la vida
el sonido de las ambulancias.
Vorágine amarga de ovnis
descerrajando las madrugadas
aullido de artificial orfandad
naranjas mecánicas rodando
por las arterias colapsadas
de asfalto y urdimbre de neón.
El monstruo siempre es otro
a través de la garganta eléctrica
que ameniza la amenaza
recíproca y cóncava del espejo
como un sumidero nuclear.
Aguanta como un hombre
mientras te afilas las costillas
y ensayas un gesto amenazante
la última moda exige miasma
ser un tipo repugnante.
Podría matarte ahora mismo,
matarte solo por respirar así.
Ahí afuera hay millones mejores
mejores
como insectos dispuestos
mejores
como marabunta en coreografía
deliciosamente cruel y presunta
mejores
como la doctrina mecánica
de autómatas sedientos
mejor vestidos y mejores.
Mientras asumimos sin remedio
la banda sonora malsana
del sonido de las ambulancias.
Catecismo leve del infierno
breve invierno de desconcierto
uñas arañando la pizarra diaria cadáver proscrito de la infancia
sollozando bajo tu ventana.

Javier Vayá Álbert


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