Soy de una generación de escritores que veneraba, por encima de todas las cosas, a sus maestros antiguos, mitómanos y fetichistas hasta la médula, nacido a mediados de los años 60, antes de la globalización y el caos, cuando el mundo aún era mundo y prometía un cambio, la psicodelia, los hippies, Morirson, Hendrix, Kerouac y etcétera, etcétera, y para mí al menos, cada cita que suscribo de otros autores en mis libros está llena de significado y sentido, por los paralelismos, por las afinidades, por el significante y los símbolos: esta en concreto, de Georges Bataille en Las setas y otros relatos de la Era Pulp, lo sintetiza todo:
"Hay en cada un hombre un animal encerrado en una prisión, como un forzado, y hay una puerta: si la entreabrimos, el animal se precipita, como el forzado, encontrando su camino; entonces, y provisionalmente, muere el hombre; la bestia se conduce como bestia, sin ningún cuidado de provocar la admiración poética del muerto."
En ese cruce de caminos, queridos drugos, más que nunca en este libro, me encontraréis:
God save the Trippers
Vicente Muñoz Álvarez