A mediados de los años 90, antes de la era digital, cuando yo comenzaba a dar mis primeros pasos vacilantes como escritor, hubo una sorprendente eclosión de fanzines y revistas literarias que dieron buena cuenta de lo que por aquel entonces se estaba cociendo en el mundillo underground de las letras españolas.
En casi todas las ciudades surgieron publicaciones alternativas, al margen de los mass media y el canon oficial, de mayor o menor calidad y con muy diferentes puntos de vista y enfoque, que fueron el caldo de cultivo de la generación de escritores que llegó inmediatamente después. Y en casi todas esas publicaciones (con el Ajoblanco y sus secciones de prensa subterránea como modelo) se comentaba a su vez otras afines, creándose así un enorme entramado de contactos, intercambios y sinergias.
De los humildes y combativos fanzines de grapa y papel (algunos un simple pliego o folleto) a las más sofisticadas revistas de diseño y autor (con El Canto de la Tripulación por bandera), lo cierto es que la prensa literaria alternativa de aquel tiempo conoció un auge y desarrollo sin precedentes. Algo así como, salvando las distancias, la Movida musical de los 80, trasladada en este caso a literatura subterránea de los 90, donde el lema básico era “hazlo tú mismo”.
El vendedor de pararrayos, La vieja factoría, Atrocity exhibition, Kastelló, Monográfico, Annabel Lee, La semilla de Beleño, Parsifal, El pájaro de papel, Lúnula, Hielo negro, Zona de obras, La chica de la montaña, Iralka, Reloj de Arena, La torre de papel, Octubre, Alabastro, Apuntes del subsuelo, Media Vaca, Hojas literarias, Literbasura, Ojalatemueras, Lletra minúscula, Los pliegos del nadador, Vade Retro, P.O.E.M.A.S, Prima Littera, Cuadernos del matemático, etc, etc, fueron algunas de las revistas en las que por aquel entonces colaboré, enviando por correo postal, fotocopiados, mis primeros poemas y relatos.
Así hasta que en 1996, con los escritores Xen Rabanal y Silvia D Chica, y el ilustrador y diseñador Ángel Córdoba, fundamos nuestro propio fanzine, Vinalia Trippers, con una intención y filosofía bien definida: servir de plataforma para autores políticamente incorrectos (por las temáticas que abordaban o el punto de vista con que lo hacían) que no solían encontrar hueco en otro tipo de publicaciones de la época, y emular a la vez a las viejas revistas pulp norteamericanas, que habían sido de niños nuestro referente.
Durante dos largas y muy fructíferas décadas, hasta el último número (de momento) de la revista, Helter Skelter, con el que celebramos nuestro vigésimo aniversario, por las páginas de Vinalia Trippers pasó lo mejor y más granado de la literatura underground española, convirtiéndose en un referente de la prensa literaria alternativa de este país.
De esa época en concreto, que recuerdo con especial nostalgia y cariño, datan la mayor parte de los relatos de esta antología, algunos inéditos hasta la fecha, varios publicados en su día en las revistas que antes cité, y otros recopilados en los volúmenes Perro de la lluvia (Iralka, 1997), Los que vienen detrás (DVD ediciones, 2002), El merodeador (Baile del Sol, 2007), Marginales (Eje Ediciones, 2008) y Regresiones (Lupercalia, 2015).
Sangre, sexo, ultraviolencia, amor y desamor y crueldad y ternura, presentes siempre de un modo u otro en mi obra, es lo que aquí y ahora, queridos drugos, os vais a encontrar. Y el sello inconfundible de Vinalia Trippers.
Felices pesadillas
Vicente Muñoz Álvarez,
de Las setas y otros relatos de la Era Pulp
(Versátiles Editorial, 2021)
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