Fin de la ruta de calzado hoy en Boñar, tras dos meses conduciendo sobre las brasas (una temporada en el infierno, que diría mi querido Rimbaud), y qué sensación de tristeza y decadencia tan grande en mi gremio, clientes desesperados, arruinados, deprimidos, enfermos, preguntándose por qué unos sí y otros no han librado de la quema, qué hemos hecho algunos para merecer esto, el abandono, el ninguneo, el búscate la vida, el recicla y reinvéntate, y el lado hacia donde miran mientras los que no sufren o quieren ver la crisis económica del sistema, como quien dice para Cuenca, o la hipocresía y el enfrentamiento que ha generado, así a lo tonto, todo esto: la distopía, la neurastenia, la crispación, el desencanto, los monstruos... Sea cual sea el viento que sople y pase lo que pase en la Tierra, me repito desde hace más de tres décadas, mi deber como escritor es contar la verdad, y justo esta es la que muchos, aquí y ahora, estamos viviendo, siento aguarles a otros la fiesta...
Vicente Muñoz Álvarez