Estaba
en la guantera del coche,
también había cartas del banco
y una bayeta sin estrenar
y un par de discos de Quique González,
y las llaves de la casa de tus padres,
y una ventosa caída
de alguno de los parasoles
con dibujos de Minnie
que compré
en aquella gasolinera de Estepona
y que tanto les gustan a las niñas.
Estaba ahí,
acurrucada, tranquila,
esperando a que llegara
algún poeta.
en la guantera del coche,
también había cartas del banco
y una bayeta sin estrenar
y un par de discos de Quique González,
y las llaves de la casa de tus padres,
y una ventosa caída
de alguno de los parasoles
con dibujos de Minnie
que compré
en aquella gasolinera de Estepona
y que tanto les gustan a las niñas.
Estaba ahí,
acurrucada, tranquila,
esperando a que llegara
algún poeta.
Antonio Javier Fuentes Soria