Volver de Gijón de puntillas, conduciendo entre las llamas, al filo de la navaja, bajo el volcán, e improvisando en plena pandemia sobre la marcha, todo tan raro y extraño, hoteles y restaurantes cerrados, la playa desierta al anochecer, una realidad aparte, como quien dice otra ciudad, y yo intentando vender zapatos contra vientos y mares, zapatillas más bien (porque otra cosa no se vende ahora, que llevamos un año sin salir apenas de casa), y qué mundo tan inhóspito y cruel nos está tocando vivir, qué distopia y conjura de los necios es esta, pienso, pero siempre presente en la ruta la misma consigna también: que nada me turbe, que nada me espante, o me derrumbaré: Santa Teresa (y mi padre, que la citaba siempre) tenía razón...
Vicente Muñoz Álvarez
photo by Marlus Leon