THOMAS MANN
El poeta no busca en la palabra un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma, un instante de cordura en medio de este mundo absurdo. Entre propios y extraños está dedicado a esa gran mayoría –olvidada, desoída– de la ciudadanía, con la que se identifica el autor, y a la que corresponde poner a la poesía y al ser humano en el sitio que le corresponde. Se trata del cuarto poemario de Óscar Alonso, lo que ya supone un mérito incontestable y una dedicación al oficio digna de elogio.
El poeta mantiene aquí su querencia por los poemas breves que funcionan como fogonazos de la realidad que, a la vez que divierten, iluminan nuestra conciencia (Se llama Paz / y nació en la guerra), así como por las estampas cotidianas de la vida de barrio, esa pequeña y única patria, sencilla y sabia, o por sus deslumbrantes escenas cinematográficas, como en el poema Black Friday, que ejercen como microrrelatos en clave poética y que nos hablan de la vida, unas veces con nostalgia y otras con crudeza.
Junto a esta visión irónica, coexiste otra visión cercana al nihilismo –en el mejor sentido de la palabra, ya que sirve para desenmascarar los falsos valores– en la que reflexiona sobre la muerte –decía André Malraux que ésta convierte la vida del hombre en destino– y que aquí aparece a veces para poner en valor la vida (El día no se entiende sin la noche / ni tampoco la vida sin la muerte) pero también como liberación final (La efímera belleza / que no soporta ya / la suave brisa del viento).
En definitiva, se encuentra en este libro, bellamente editado, la precisión, la ironía, la iluminación –sin retórica ni romanticismo– de ciertas zonas sombrías del alma o de la vida diaria y nos viene a demostrar que la poesía está en la calle y pertenece al pueblo.
Emiliano G. Peces