Vi al diablo por primera vez en Salinetas. Luego hubo otras epifanías, pero ninguna tan hermosa. La tarde era azul. Un revuelo de mujeres se persignaba, nos bendecía, decía que el diablo andaba suelto por el mundo. Era cierto. La sobreabundancia biológica del diablo impregnaba la playa. El mar daba miedo. El mar era un oratorio, un Principio Tenebroso que entraba por las casas, los huesos, las iglesias, los ojos de los santos, el macho cabrío que visitaba los conventos de las monjas, el ángel caído y enterrado en el cementerio de Kirkaldy, el perro negro de Cornelio Agrippa, el Adversario de la frente surcada por las cicatrices del rayo, el mar suelto por la playa, Signatura Diaboli, Manifestatio Diaboli, oh, primer terceto del Séptimo Canto: ¡Pape Satan, Pape Satan, Aleppe!
Fuera. El Gran Diablo ha muerto. El periodista deportivo dice que el infierno es un partido de fútbol en Turquía. El psiquiatra cancela el Juicio Final y absuelve los pecados. El diablo queda para el folklore, las alegorías y los juegos de Halloween.
Miren, no quiero ser como el tipo enfático que viene por el bar y lleva años escribiendo el Anticristo, obra de teatro en tres actos, un pirado. Dice que el diablo no se hizo hombre, no, ni verbo ni zarandajas. Ambicioso, se apoderó de la noosfera, se hizo con el Nous, se encarnó en nosotros, la especie.
¿Qué puedo decirle? No soy experto en las cosas del diablo. ¿Otra copa?
Otra copa, hielo, el tipo se inflama, dice que el anticristo es la conversación de la muchacha que sale de la escuela, el jubilado de la camisa blanca y los tirantes remangados, los movimientos migratorios, las grandes corporaciones, Magefesa, Google, la madre Teresa de Calcuta, Miss Suecia año 84, el Círculo Polar. Dice que el mundo es el diablo y nosotros le hacemos el trabajo.
¿Se ríe? Mire, Sergio Mayor, dipsómano pío, católico cultural, varón irreprochable a los ojos de Satán, usted participa del cuerpo del Anticristo, usted es el infierno de los otros.
Enciendo un cigarrillo (la cicatriz del rayo me surca la frente) y le digo una palabra, solo una palabra, Salinetas.
Entonces...¿conoce el lugar? ¿Conoce los nombres del diablo? ¡Salinetas! ¡El lugar de la derrota!
Sergio Mayor