La enorme versatilidad como escritor demostrada por Vicente Muñoz Álvarez desde sus inicios se ve refrendada por su actitud como espectador-crítico de cine de género, cualidad que lleva en la sangre. Desde el inaugural Cult movies. Películas para llevarse al infierno, publicado por Eutelequia originalmente y reeditado recientemente por Lclibros.com, pasando por Cult movies. Películas para la penumbra, editada por Excodra y también reeditada por Lclibros.com; hasta la más reciente aportación a la trilogía, Películas que erizan la piel, Canalla ediciones, 2019; conforman una pequeña enciclopedia para amantes del cine del género de terror. Con un estilo que navega entre la crítica impresionista, la reseña y la literatura, nos adentra en un mundo de films que se convierte en un viaje personal por un género tantas veces denostado, pero que como demuestra el autor está lleno de auténticas joyas que nos acerca de forma impecable, pues como dije antes no estamos ante una mera acumulación o guía de películas para adentrarnos en el terror, estamos ante una auténtica semblanza del verdadero cine de género vista desde el ojo crítico del lector-observador de un género que hace mucho traspasó el libro para plasmarse de forma autónoma en la gran pantalla.
PM. ¿Cuándo comenzó tu interés por el cine de género?
Ya desde niño me apasionó el género de terror, tanto en el cómic y en la literatura como en el cine, y ha estado siempre presente en mi vida. Las razones las desconozco, el por qué a unos nos interesa y a otros no, pero en mi caso en concreto puedo decir que, efectivamente, lo llevo en la sangre. Desde mis primeras lecturas de Lovecraft y Poe, pasando por las películas clásicas que proyectaban en los cines de barrio y en la televisión, los cómics especializados de entonces, SOS, Dossier Negro, Vampus, Creepy, las escalofriantes Historias para no dormir de Chicho Ibáñéz Serrador, etc, etc, hasta estos libros sobre cine de culto recientes, toda mi vida y obra literaria ha estado mediatizada por el género.
PM. ¿Recuerdas cuál fue la primera película de terror que visionaste? ¿Qué impresión te produjo?
No con exactitud, a tanto mi memoria no llega, pero posiblemente fueran las ya citadas Historias para no dormir, que emitían por la televisión a principios de los años 70, mi primer contacto con el género. Yo tendría por aquel entonces seis o siete años, fin del régimen franquista, en una España de transición y de cambio, y aquellas películas calaron hondo en mi corazón. Luego vendrían los monstruos de la Universal y la Hammer, los clásicos de Alfred Hitchcock (en especial Psicosis, que me aterrorizó como ninguna), etc, pero son, como digo, esas pavorosas Historias para no dormir las primeras que recuerdo...
PM. ¿Qué te empujó a comenzar a escribir la trilogía que culmina con Películas que erizan la piel?
No fue algo premeditado, la verdad, porque yo no soy ni he sido nunca crítico de cine, sí un cinéfago empedernido, pero no crítico, y nunca me había planteado escribir en profundidad sobre el tema. Fue a raíz del blog Resaca/Hankover, que Patxi Irurzun y yo creamos para dar promoción a la antología del mismo título, homenaje a Charles Bukowski, que editó Caballo de Troya/Mondadori en 2008, cuando, más como un divertimento al tono del blog que como un proyecto serio, decidí abrir una sección titulada Cult Movies, donde reseñaba las películas que desde niño más me habían impactado. La consigna del blog, al margen de publicitar el libro, era la de ser una plataforma de cultura subterránea en la que dar cabida a textos y autores afines al espíritu de la antología, y se me ocurrió que una sección de cine de género y culto podría suscitar interés. Así comenzó todo. Luego, las reseñas se fueron acumulando con el paso del tiempo en el blog, hasta que la editorial Eutelequia me propuso reunirlas en un libro, que titulé Películas para llevarse al infierno (2011) y fue el primero de la trilogía. Y a partir de entonces ya sí, me propuse escribir los dos restantes volúmenes, Películas para la penumbra (Excodra, 2015) y Películas que erizan la piel (Canalla Ediciones, 2019), dedicado íntegramente al género de terror.
PM. Hasta ahora hemos hablado de cine de terror, pero si algo caracteriza tu selección es la amplitud de miras con la que abarcas el género, podemos encontrar desde clásicos modernos como Martyrs o Calvaire, hasta otros títulos que aparentemente se alejan de los cánones del género como Supervixens. ¿Cuál ha sido el criterio, más allá del que se nos muestra en el título "películas que erizan la piel", para aunar todo este ingente material que nos presentas en la trilogía?
Más que una guía sobre cine de terror en sentido estricto, me interesó en este último volumen de la trilogía, Películas que erizan la piel, reseñar y comentar filmes desasosegantes y estremecedores, escalofriantes, morbosos y extraños, sin preocuparme de que los puristas los consideren o no de terror según los parámetros habituales del canon. Es decir, el único criterio que seguí a la hora de seleccionar los 200 títulos que integran el libro fue el de mi propia subjetividad, y en todo caso, eso sí, que fueran (salvo un puñado de excepciones que no pude resistirme a incluir) poco conocidos por la gran mayoría .
PM. Si hay algo que haga particularmente difícil de clasificar al género de terror son las abundantes etiquetas y subetiquetas que propone la crítica y que han ido surgiendo a lo largo de la evolución de un cine que sigue en continua expansión, se habla de exploit, gore, slasher, zombies, fantasmas... ¿Con qué genero te sientes más cómodo delante de la pantalla y cuál te inquieta más? ¿Tienes preferencia por alguno en concreto o estás abierto a todo tipo de visionados?
Quizás con el thriller psicológico, que es de mis favoritos, aunque en principio estoy abierto a todo tipo de géneros y subgéneros. En cualquier caso, me interesan más los filmes de terror que insinúan que los que muestran, el suspense que el gore, por ejemplo, y los fantasmas que hay dentro de nosotros mismos más que los que pueda haber fuera.
PM. Continuando con la pregunta anterior. El cine de género en ocasiones rompe los límites de lo establecido. En un mundo dominado por el buenismo y lo políticamente correcto, se podría decir que el terror ha conseguido saltarse estos límites y convertirse en un espacio de libertad que en ocasiones toca temas tabú para la sociedad. Podemos recordar dos casos, Nekromantic y The Human centipede, ambas reseñadas en tus libros. ¿En alguna ocasión te has encontrado con alguna película que después de visionarla no hayas sido capaz de incluir en tu libro por su extremada libertad creadora?
Tienes mucha razón en eso de que el género de terror, tanto en el cine como en la literatura, es un espacio de libertad y una realidad aparte, al margen de las servidumbres políticas, éticas y económicas de otros géneros. Así que dentro de él nos podemos encontrar de todo, y ciertamente cosas que jamás podrían caber en los demás. Las dos películas que citas, Neckromantic y The Human centipede, por ejemplo, son buena prueba de ello, por no hablar, salvando las distancias, de filmes como Saló, de Pasollini, la adaptación de Las 120 jornadas de Sodoma del Marques de Sade, una de las películas más truculentas y controvertidas de la historia del cine, sin ser exactamente de terror. Quizás el único filme que decidí no incluir en el libro por lo que comentas fue A Serbian Film, que me dejó un mal sabor de boca, no tanto por su dureza, sino por su mensaje de fondo, que me resultó particularmente desagradable. Aunque el libro, para bien o para mal, está lleno de películas extremas igual o más polémicas que esta, sin duda.
PM. En tu libro te atreves con verdaderas obras de culto, con un componente críptico y de extrañeza absolutos, tal es el caso de Begotten, película que aborda el mito de la creación desde un personalísimo punto de vista. ¿Qué consejo darías a un espectador medio que se acercara por primera vez a un cine tan especial?
Como antes comentaba, me interesó más en este libro reseñar películas como la que citas, Begotten, con ese componente críptico y de extrañeza que mencionas, que películas consideradas clásicos del género, que todo el mundo conoce y sobre las que hay ya mucho escrito. Igualmente podríamos citar El sanatorio de la clepsidra, El incinerador de cadáveres, The devils, Lucifer Rissing y otras muchas, auténticas joyas del séptimo arte que transcienden todas las etiquetas y géneros y se clavan como un dardo envenenado en el subconsciente. Mi único consejo respecto a este tipo de cine experimental es acceder a él sin prejuicios y dejarse llevar por su magnetismo y embrujo.
PM. En el amplio espectro de producciones cinematográficas que tocas en tus libros tenemos ejemplos que van desde los inicios del cine hasta lo más actual. Desde la serie B a la Z. ¿Podrías recomendarnos tres films, uno de los principios del cine, otro de los años 50-60 y otro más actual, y decirnos por qué lo haces?
De los comienzos, por ejemplo, Vampyr, la bruja vampiro (1932), vaporosa y evanescente, de Carl Theodor Dreyer, basada en la Carmilla de Sheridan Le Fanu, que conserva intacta su aura de pesadilla romántica y ensueño de opio, y es una de las películas sobre vampiros más elegantes de la historia del cine.
De los años 60, tal vez, por su rareza, A medianoche me llevaré tu alma (1963), de José Mojica Marins, de culto donde las haya, truculenta y sadiana, irreverente e inolvidable, y que aún hoy, por lo tremendo de su planteamiento, sigue erizando la piel.
Y más reciente ya, Martyrs (2008), de Pascal Laugier, un viaje alucinante al fondo de la perversión humana, que renueva, por su inteligencia y ferocidad, los pilares del género.
PM. En estos tiempos de violencia explícita, donde tantas veces se ha demonizado al cine o a la literatura de terror, porque, según los expertos, ha inducido o provocado determinados comportamientos violentos que rápidamente se desvinculan de la libre posesión de armas o de comportamientos supremacistas, xenófobos, etc. Como lector-espectador de terror, ¿qué opinas de estos maniqueísmos políticos y tergiversadores que desvían la atención desde lo verdaderamente importante, los intereses económicos, hacia un arte denostado por su contenido y fácilmente atacable como el terror?
Lo que opino, independientemente del género, de todo el arte en general: que debería estar al margen de las modas, la política, la economía y la ética, y hacer lo que siempre ha hecho: ser crítico con la realidad, sin duda violenta y cruel, que el hombre ha creado, y testigo y reflejo del tiempo que le ha tocado vivir, le pese a quien le pese.
PM. Al hilo de la pregunta anterior, en una entrevista reciente decías que el verdadero terror es la sociedad capitalista. ¿Piensas que el cine de terror se puede convertir, como ya hizo George A. Romero con sus zombies, en un reducto de crítica política y social, más allá de su valor como entretenimiento?
Sí, y de hecho creo que ya se ha convertido en eso hace tiempo, al menos cierto tipo de cine de horror, con Romero, efectivamente, como paradigma. Los zombies como ciudadanos enajenados por el sistema, la economía y los poderes públicos en las sociedades capitalistas modernas... qué mejor metáfora de la realidad que vivimos.
PM. Si hay algo que da valor a esta trilogía es su valor literario, muchas de las películas referenciadas son a su vez conectadas en una enorme red de lecturas de género de las que eres gran conocedor. ¿Cómo valoras la intertextualidad que se da entre el cine y la literatura de género? ¿Crees que esas concomitancias enriquecen cine y literatura? ¿Podemos hablar en algunos casos de hibridación del discurso, es decir, el cine de terror tiene mucho de literario y la literatura de terror tiene mucho de cinematográfica?
Sin lugar a dudas, fue una de las premisas que me propuse al escribir estos libros, mostrar las conexiones de todas las películas que reseño con las obras literarias de las que proceden, que es lo que en el fondo, como escritor, más me interesaba, y hablar de literatura y de cine a la vez, de sus lenguajes complementarios y de su mestizaje e hibridación. Esa es la principal diferencia de esta guía respecto a la gran mayoría: que el punto de vista desde el que se abordan las películas es el de un escritor, no el de un crítico de cine, con todo lo subjetivo y literario que ello implica. Y que agradará tanto a cinéfagos como a escritores y lectores, descubriéndoles muchas anécdotas y curiosidades que seguramente ni unos ni otros conozcan.
PM. No quiero terminar sin abordar uno de los temas que como espectador de cine de terror más me preocupan actualmente. Si tradicionalmente la brecha entre el cine oficial, léase Hollywood o Blockbuster, y el cine de autor, la serie B o incluso la Z, era muy grande, en la actualidad el cine de terror que se consume en las salas de cine se ha convertido en una sucesión de ruidos, golpes e imágenes generadas por ordenador que nada ofrecen de nuevo a los espectadores del género, un cine, por así llamarlo para adolescentes que tienen en las salas lo que esperan ver. Como en tantas otras parcelas del arte el cine está ampliamente contaminado por las leyes de mercado. ¿Qué opinas de esta situación y hacia dónde crees que va el cine independiente en el género de terror?
Efectivamente y tal cual apuntas, cada vez es más grande la brecha entre cine comercial e independiente. Siempre, de hecho, lo ha sido, pero aún más en la actualidad. Dos tipos de arte y de cine, el puramente comercial y el de autor, para dos públicos completamente distintos y con diferentes mensajes y metas. E imagino que cada vez será más acusada esa brecha, yendo uno y otros por muy distintos caminos.
Entrevista de Pablo Malmierca, en La Cabina de Nemo Nº 7.