Un pirata contra el capital

 

                  Un pirata contra el capital, Steven Johnson, Editorial Turner, 279 pág., 21,90 €

          La historia del pensamiento se ha visto permanentemente sometida a los intentos, debates (bizantinos muchas veces) y presiones que buscaban definir el objeto último de Clío. La musa, caprichosa por naturaleza, no se deja atrapar y ha ido mutando a través del tiempo. Así, hemos pasado de lo apologético a lo cuantitativo, tratando de interpretar con mayor o menor esmero los restos del pasado. Quizá, la historia pueda ser, en definitiva, y que me disculpen los puristas que señalan con el dedo lo que tildan de especulativo, el arte de contar los hechos (aunque sean ciertos), pero modificando perspectivas y latitudes para abrir el espectro del pensamiento. Bien, pues es exactamente ahí donde se sitúa Un pirata contra el capital. Steven Johnson es un divulgador científico de primera que, rodeado de un magnífico grupo de asesores, saca ahora el escalpelo para analizar con luz propia algunos elementos clave de la época moderna. La obra que nos trae Turner en este verano singular es deudora de El mapa fantasma (Ilustrae), publicada en 2008 por el mismo autor. Y es así por sus maneras y estilo dinámico, casi novelesco, alimentado a base de amenísimas píldoras capitulares que van construyendo un todo narrativo. En él abordó de manera multidisciplinar un hecho puntual que le sirvió como matraz reflexivo. La historia de Henry Every, un mítico pirata inglés, sirve ahora como cebo para construir un relato adictivo y excelso.

            Es esta una obra muy bien documentada, aunque la inmensa mayoría de las referencias sean de la historiografía anglosajona, en la que destaca sobremanera la capacidad de Johnson para seducir, generar teorías y ser verdaderamente maestro, en el sentido etimológico de aquel que guía a través de una materia. Así, con ese afán docente bien entendido, tocará cuestiones fascinantes como la sucesión al trono del pavo real de los mogoles (el imperio musulmán de la India), la esclavitud, el terrorismo como guerra asimétrica, el hajj (la peregrinación anual a la Meca), los press hangs (o grupos violentos de reclutamiento de marineros), la vida real en un harén, los crímenes sexuales de los piratas o el concepto de Estado nación (y frente a él o fuera de él, el de democracia flotante de los barcos piratas), entre muchos otros. Todos estos conceptos fascinan por su propia esencia, pero además lindan con la espina dorsal del ensayo: el asalto de un barco mogol cargado de riquezas por parte del pirata Every en 1695 que, como sostiene el autor, cambiará profundamente el contexto internacional e institucional con actores como la Compañía de las indias orientales, Aurangzeb (el emperador mogol ultrajado), el pirata y la corona británica.

            Decía el genial Benedetto Croce que toda historia es contemporánea, hija, por tanto, del hoy. Así, Johnson establece relaciones acertadísimas en este sentido, apuntando que el uso de la violencia y el terror como arma política entronca el suceso de 1695 con conceptos como Daesh o el terrorismo islamista. Sin embargo, la visión eurocéntrica del autor le lleva a afirmar que el capitalismo, que ya llevaba un tiempo recorriendo las economías mundiales aunque no lo llamarán así, nace de aquel choque pirático. No podemos asegurar que esto sea del todo así, pero desde luego, sí se modificaron voluntades y estructuras que llevaron a hechos tan importantes para la historia mundial como la penetración definitiva de los ingleses en la India. Es decir, el origen de aquel inmenso universo colonial (y sus consecuencias) sí puede tener sus mimbres en un robo perpetrado por un pirata inglés. En cualquier caso, el modo en el que Johnson lo construye y narra es, simplemente, irresistible.


Reseña aparecida en Qué Leer, septiembre de 2020.

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