Parece que ahora sí, tras tantos meses de virus y confinamiento, de extrañamiento y deriva, tocan los días de ruta de nuevo, del calzado y las mascarillas y el disfraz de hombre cuerdo, y de intentar, pase lo que pase y contra vientos y mares, aunque se hunda el mundo a mi alrededor, hacer acopio de víveres y leña para el invierno... Tocan otra vez los días de ruta, de cortarme las patillas y el pelo, de las maletas y los zapatos y los hoteles baratos, y el otoño y la psicastenia se encarnan como un sortilegio antiguo en mí... He conjurado hoy a mi Walden secreto, meditando y pedaleando por el bosque, como cada mañana, le he dicho: volveré pronto, es solo cuestión de tiempo, y he regresado a casa repitiéndome como un mantra, como mi padre me enseñó: que nada me turbe, que nada me espante, vamos a por ello... Hora, pues, de despedir a mi musa, de decir adiós a la poesía y de volver a Babilonia de nuevo...
Vicente Muñoz Álvarez