Con las puntas de los pies encorvadas
al borde del agujero
con el miedo a caer
a no pensar más que en el agujero
dentro del agujero.
Con la pena de no ser parte de la luz
con el enjambre en el pecho
con el zumbido perezoso
con la luz incandescente proyectando
tu sombra en la sombra
del agujero.
Con los labios sonriéndole al agujero
y con los ojos comiéndosele la negrura profunda
con el agujero dentro del agujero
tragándose todos los pequeños párvulos
que de alguna manera jugaban a ser adultos
desde niños
en cada agujero
dentro de cada agujero
dentro de un pecho hueco
insatisfecho.
Con el silencio marcando el camino
de ida sin vuelta
de respuesta bajo el agua
de caricia sobre cadáver
mirada encontrada en mirada fea
desde la fiebre de cristal
para cada agujero
fuera de otro agujero
en cada sentimiento hueco.
Así es mi agujero,
un vacío lleno de pies abrazando sus bordes
dedos encorvados, como abriéndole la boca
al agujero
para hacerlo más agujero
más dolor
menos vano huero.
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