Casa Farnsworth y el estudio de la intimidad

La arquitectura es un arte que por desgracia pasa desapercibido para muchos en la mayoría de ocasiones. Podemos descubrir increíbles obras arquitectónicas en grandes monumentos, en edificios antiguos que posee una construcción sólida y sorprendente. Pero también en edificios más cotidianos, en viviendas, en casas habitadas, la arquitectura tiene mucho que decir. Hay un gran debate, desde hacer tiempo, entre los que defienden que una casa simplemente deber ser un lugar lo más cómodo y funcional posible para habitarla, y los que piensan que el estilo y el diseño están por encima de la comodidad, para conseguir algo único y espectacular allí donde vivimos. Normalmente se intenta equilibrar un poco eta pugna y llegar al punto medio, pero hay ocasiones en las que todo se lleva al extremo.

A mediados del siglo XX, el modernismo europeo irrumpió de lleno en algunas zonas de Estados Unidos, provocando un choque frontal con la típica arquitectura americana, bastante más sobria. Uno de los puntos de inflexión de este estilo fue la Casa Farmsworth, un encargo de Edith Farmsworth al arquitecto Mies Van der Rohe, uno de los más importantes de su generación, que provocó mucha polémica por lo espectacular de la casa y su diseño hiperminimalista, con grades cristaleras, de una sola planta y sin paredes ni muros, solo ventanas, descubriendo todo lo que se hacía en su interior. A pesar de las condiciones que Famsworth puso para la casa, Van der Rohe la creó a su entero gusto, y esto provocó una batalla legal entre ambos que fue tremendamente comentada en su momento.

Mies Van der Rohe, autor de esta obra

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Nacido en Centroeuropa a finales del siglo XIX, Ludwig Mies van der Rohe se ha convertido sin duda en una de las figuras más representativas del estilo modernista europeo, un arquitecto muy reconocido por su obra y por su especial forma de entender los espacios y materiales. Autor de grandes edificios e insignes construcciones en Alemania, España, Francia o Canadá, podemos encontrar muchas de sus obras más insignes en Chicago, ciudad a la que emigró tras el ascenso del nazismo en su Alemania natal, siendo el último de los directores de la influyente escuela Bauhaus. Allí, en Estados Unidos, se hizo un gran nombre como arquitecto, aunque también se ganó enemistades como la del propio Lloyd Weber, el otro gran arquitecto del siglo XX, que desconfiaba del estilo de Van der Rohe. La Casa Farmsworth fue de hecho su proyecto más polémico.

 

La intención del autor

Ubicada a 90 km al sur de Chicago, junto al río Fox –lo que ha provocado que en un par de ocasiones la casa haya sufrido inundaciones-, la Casa Farmsworth fue un encargo por parte de la nefróloga Edith Farmswort, que buscaba un lugar de retiro en plena naturaleza. Mies van der Rohe aceptó el encargo, pero no tuvo demasiado en cuenta los propios deseos de su cliente, empezando por el presupuesto, que superó holgadamente. La intención del arquitecto era crear una vivienda unifamiliar modernista que rompiera con todo lo que se había visto hasta ese momento, una especie de loft a ras de suelo, en una sola planta, utilizando los materiales favoritos del arquitecto: el vidrio y el acero. De hecho, una de las características de la Casa Farmsworth son sus inmensos ventanales, que dan una sensación de transparencia total hacia el interior.

Y de hecho, así era. La ausencia de muros provocaba que todo el interior de la casa pudiera ser visto desde fuera, algo que en una vivienda familiar y privada no es precisamente bueno. El arquitecto había colocado el sentido estético por encima de la propia comodidad, y había despojado de intimidad a la vivienda, así como de todo tipo de muros para separar las habitaciones. La doctora Farmsworth se mostró indignada ante el resultado final y de hecho llevó al arquitecto a los tribunales, con una demanda en la que le acusaba de haberse sobrepasado en el presupuesto y haber creado una casa muy bonita en la que no se podía vivir. Finalmente, la justicia dio la razón a Van der Rohe, y Farmsworth se mantuvo en la vivienda más de veinte años, eso sí, “estropeando” el estilo de la misma con la colocación de unas cortinas.

 

Materiales utilizados

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Procedente de una escuela modernista europea que a principios del siglo XX ya estaba practicando con nuevos materiales industriales para llevarlos también a las viviendas familiares, Mies Van der Rohe optó por plasmar su visión de la casa perfecta en vidrio y acero, dos materiales elegantes y consistentes, que de hecho dotaron de un aspecto inigualable a esta vivienda. Cierto es que era un suplicio vivir en ella, por lo difícil que era de calentar en invierno y por la falta absoluta de intimidad, pero la casa siempre ha sido considerada como una de las más icónicas del siglo XX, un edificio adelantado a su tiempo y la obra de un genio visionario que ponía el arte por delante de todo lo demás.

 

El estudio de la intimidad

La indudable belleza de la construcción chocaba ya desde un principio con su propia finalidad, la de albergar vida en su interior, ya sea unipersonal o familiar. La incomodidad de estar siempre a la vista de todo el mundo, con esas enormes cristaleras por muros, supuso un gran problema para Edith Farmsworth, que intentó ganar la batalla en los juzgados. En la América de los años 50 la intimidad familiar lo era todo. La sociedad estaba completamente reprimida en cuanto a ciertos aspectos familiares, y lo que pasaba en casa se quedaba en casa. El rupturismo que supuso la Casa Farmsworth provocó un aluvión de críticas contra Van der Rohe, tachándolo incluso de comunista y de intentar romper los sagrados preceptos norteamericanos con sus casas y edificios.

Actualmente, la Casa Farmsworth no solo es venerada por el modernismo arquitectónico, sino que es considerada por muchos como una premonición del tipo de vivienda al que aspiramos. La belleza por encima de la comodidad, o de la intimidad. El hecho de que podamos conocer todo lo que ocurre en la casa desde fuera, a través de los ventanales, parece que no importa demasiado, siempre que la vivienda sea elegante y cause admiración. En el siglo XXI, lleno de reality shows y donde el sentido de lo estético se está haciendo cada vez más imprescindible, no serían pocas las familias que desearían vivir en una casa de este estilo, aun con todos sus inconvenientes.

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